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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Don´t worry
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Generación | PUBLICADO EL 14 abril 2025

Don´t worry

Yennifer Uribe

El misterio es un recurso dramático que se genera cuando los personajes tienen más información que los espectadores, ellos van por su mundo guardando un secreto y sus motivaciones se revelan a medida que van viviendo. Esta estrategia narrativa es toda una impronta en el cine de la directora británica Andrea Arnold, un cine que hace alarde un naturalismo crudo y directo, que representa sin ningún tipo de moralismo toda la gama del comportamiento humano, tanto lo encantador y bello como lo más abyecto. Su estética no jerarquiza nada y prescinde de categorías duales fácilmente identificables en el cine más comercial. En Bird, su último largometraje retoma los elementos clave de su autoría, uno de los más sobresaliente es el relato centrado en un personaje femenino. Arnold presenta jóvenes asfixiadas por su entorno, atrapadas en sus conflictos familiares, pero con un temperamento y una fuerza interior capaz de transformar sus hostiles realidades. El contexto sórdido es nuevamente el escenario dramático, en este caso, Bailey de doce años, vive en una casa ocupa con su padre Bug, un hombre que no supera los treinta años, y su medio hermano Hunter, quien hace parte de un grupo de adolescentes justicieros del barrio, sus relaciones son complejas, pero no están rotas, aún. Ella es una suerte de heroína que ayuda a todo aquel que necesita una mano, no depende de los adultos, ni de nadie, por el contrario, todos dependen de ella y se esmera por dejar claro que ya no es una niña. Bailey vive su propia historia de maduración con la ayuda de Bird, un personaje que aparece como un ángel y le transmite sus poderes sobrenaturales, con él Arnold renueva su fórmula e introduce unos tonos fantásticos que trastocan su naturalismo exacerbado comparable con el del cine de los hermanos Dardenne, distanciándose de estos por la compasión con la que la británica trata a sus personajes.

Como en sus anteriores películas aquí también construye metáforas visuales con animales para delatar el mundo interior de sus personajes, en este caso lo hace de manera evidente y literal con los pájaros, el título de la película y el nombre del misterioso personaje que llega para trastocar los días de la protagonista, alumbrar tanta sombra y aportar una sensación de reconciliación que alivia la densidad.

Bird nos regala momentos entrañables, donde la ternura contrasta con la decadencia. La intensidad de las actuaciones nos sumerge en ese submundo urbano de la periferia londinense, y es que una vez más su narrativa fresca, bien construida, su puesta en escena vívida y la puesta en cámara vertiginosa y audaz dan como resultado un cine físico, háptico, que se siente en la piel tramo a tramo.

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