Armando Benedetti ha sabido moverse con habilidad en la política colombiana durante décadas. Ha ocupado altos cargos, incluso sin cumplir plenamente los requisitos exigidos, y, como en otras ocasiones, ha logrado salir ileso, sin consecuencias reales que frenen su ascenso.
El caso más reciente lo confirma. Un fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca acaba de declarar la nulidad de su nombramiento como embajador de Colombia ante la FAO. Aunque la decisión llega cuando Benedetti ya no ocupa el cargo, y actualmente ejerce como ministro del Interior, sí sienta un precedente sobre las irregularidades y la falta de transparencia en sus designaciones.
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Según la decisión del Tribunal, Benedetti no podía ser nombrado como embajador porque, entre otras cosas, no cumplía con los requisitos establecidos en el manual de funciones del Ministerio de Relaciones Exteriores para ocupar ese cargo. Se advierte que no acreditó dominio de una lengua oficial de Naciones Unidas ni del idioma italiano, lengua oficial del país de destino.