Este sábado, 26 de abril, cumplen 150 años los árboles de San Ignacio. Los ejemplares que se encuentran en el centro de la ciudad son testigos de momentos claves del distrito y protagonistas de diversos mitos que giran a su alrededor.
En 1875 fue sembrado en la Plazuela de San Ignacio dos ceibas a cada lado, dos palmas reales al frente de las naves laterales de la iglesia y un piñón de oreja. Las plantas fueron puestas por religiosos jesuitas, quienes, según cuentan investigaciones, pudieron volver al lugar después de varios años, pues el general José María Córdova se había apropiado del lugar, usándolo como trinchera.
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Debido a su contexto, han surgido mitos sobre esta vegetación. Una de las más trascendentales es que una de las ceibas (la que da hacia Ayacucho) fue usada como paredón de fusilamiento. Para comprobar la veracidad de esta creencia, grupos de ingenieros forestales le han propuesto a la Universidad Nacional usar tecnología disponible para escanear el árbol y determinar si hay perdigones (restos de munición de escopeta) en su tronco.
Estos árboles fueron sembrados en medio de un ambiente de guerra en el país y transformación en la capital antioqueña, pues mientras Colombia vivía la Guerra de los Estados Costeños que involucró a en ese entonces los estados de Magdalena, Bolívar y Panamá, quienes estaban en contra de la Unión Federal, en Medellín y sus alrededores se daba inicio a uno de los proyectos más importantes: el Ferrocarril de Antioquia.
En esa época, Medellín ya era considerada, según historiadores, como un centro intelectual, pues era atractiva para escritores y pensadores de la época. En 1875, también nacía en casa de don Ramón de Corral el Banco de Colombia.
Los árboles de San Ignacio dentro de los ejemplares más viejos de Medellín
Aunque los árboles ubicados en la Plazuela de San Ignacio cumplen 150 años, estos no son los más antiguos de la capital antioqueña, que cuenta con varias plantas centenarias en sus calles.
En la Avenida La Playa, entre la Oriental y El Palo, Gabriel Echeverri sembró enfrente del edificio Los Búcaros la primera ceiba, esto entre los años 1850 al 1860 aproximadamente.
Los árboles de la Plazuela San Ignacio son, de acuerdo con registros del ingeniero forestal Mauricio Jaramillo, los segundos más antiguos de la ciudad.
Para el año de 1890, un gualanday en el extremo suroccidental de la Plazuela de San Ignacio y otro en la Plaza de Bolívar continuaron con la decoración de la ciudad y la armonización de su aire.
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