El menor de 15 años señalado de accionar el arma contra el senador Miguel Uribe Turbay la semana pasada en Bogotá pasará, por lo menos, cinco meses en el búnker de la Fiscalía mientras avanza la investigación por los delitos de tentativa de homicidio agravado y porte ilegal de armas por los que fue procesado.
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El joven, que se declaró inocente, habría sido captado por una estructura delincuencial en la que le ofrecieron 20 millones de pesos para atentar contra el senador y precandidato presidencial, lo que, según sus declaraciones en el momento de su detención, hizo “por plata, por mi familia; perdón, lo hice por plata, por mi familia”.
De esa familia de la que habló el joven se ha conocido que es huérfano de madre, pues falleció cuando tenía 23 años, cuando él era aún muy niño. Su padre, por su parte, es una figura ausente, vive en Polonia, por lo que el menor está bajo el cuidado de una tía y un tío maternos con los que vive en Bogotá.
Ese entorno familiar disfuncional, al parecer, lo llevó a abandonar el colegio y a frecuentar las plazas de vicio. Ese consumo de sustancias lo hicieron vivir episodios de violencia y maltrato en su entorno, los cuales fueron reseñados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
EL COLOMBIANO conoció de, por lo menos, tres antecedentes de violencia protagonizados por el joven en su entorno familiar y educativo.
Dos de los casos reseñados ocurrieron en 2022, cuando el menor tenía apenas 11 años y cursaba quinto de primaria, para ese entonces estaba bajo la custodia de su padre, un militar retirado de quien recibía malos tratos y golpizas.
Uno de los informes menciona que su tía materna acudió en búsqueda de ayuda al ICBF porque el niño era víctima constante de agresiones físicas y verbales por parte de su padre. El menor decía que no quería vivir más con su papá.
“Le pega puños, patadas, lo trata mal, le dice groserías, lo regaña, le dice que ‘lo va romper’, que si tiene que pagarlo ‘lo paga’, lo trata a los ‘madrazos’ de manera diaria”, reseña el expediente.
La tía del joven, quien hizo la denuncia y tiempo después se quedó con su custodia, también manifestó que, por ese maltrato en su hogar el menor presentaba “problemas de comportamiento en el colegio”. “El menor es inquieto”, concluyeron en el informe, por lo que se solicitó “pronta intervención por parte del ICBF”.
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Ese mismo año, el menor volvió a aparecer en los expedientes, esta vez por acoso escolar. El informe señala que un funcionario de la institución en la que niño estudia lo refiere porque “ha tenido muchos conflictos en el colegio por motivo de agresión y bullying que genera hacia otros menores de edad”.
“A su vez, presenta actitudes de manipulación y agresividad, motivo por el cual se remitió al área de orientación para poder brindarle un apoyo psicológico”. Pero su padre no asistió a ninguna de las sesiones alegando que no “creía en la psicología”.
El informe también señala que el padre del menor mostró un comportamiento “muy agresivo” y amenazó a dos docentes de la institución. “El funcionario indica que el niño requiere de un apoyo psicológico, pero el señor se opone totalmente a esto, agrega que la progenitora falleció hace algunos años y presume que esto también ha generado afectaciones al niño”, por lo que también se pedía una “pronta intervención” de Bienestar Familiar.
El comportamiento del joven no cambió y de hecho, el año pasado se reseñó el último antecedente en su expediente. Esta vez quien buscó al ICBF fue el padre.
El hombre buscaba ayuda porque su hijo, al parecer, ya no acataba las normas, era “agresivo” y “desafiante”. El padre afirmaba que se estaba conteniendo de acudir a los castigos físicos como lo hacía en el pasado, pero reconocía que alzaba su voz e insultaba al menor.
El padre acudía al ICBF en ese momento porque le había pedido al menor, como en otras ocasiones, que hiciera tareas como asear su cuarto y limpiar el baño, pero el menor se resistía a hacerlo porque “le importaba un culo si los hacía o no”, esa respuesta motivó entonces el llamado de ayuda.
“Me salí de control, me desesperó, pues no aguanto su actitud. Él pretende que todo el mundo le haga las cosas no se le puede decir nada y trata a todos como si fueran unos esclavos, yo me salí de control y lo grité”, apuntó el padre y describió que su hijo ya no organizaba su cuarto, permanecía sucio, con mal olor y cuando se le llamaba la atención respondía “totalmente agresivo” y “desafiante”.
“No sé cómo proceder con mi hijo y la actitud que él tiene, pues definitivamente no acata normas (...) Por eso necesito ayuda”, concluía el padre.
Además de estos antecedentes violentos por los cuales recibió monitoreo del ICBF, el menor que atacó a Miguel Uribe Turbay también estuvo caracterizado, hace pocos meses, en programas sociales del Estado.
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El primero fue Jóvenes en paz, del Gobierno Nacional. El mismo presidente Gustavo Petro reveló que el menor había sido acogido en el programa, pero “demostró una personalidad completamente conflictiva, sin capacidad de establecer vínculos intersociales. Duró dos meses, no asistió a ninguna clase, y se retiró voluntariamente”, indicó el mandatario en su cuenta de X.
Así mismo, el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron) de Bogotá confirmó que funcionarios de la entidad tuvieron contacto con el joven durante la última semana de mayo en el centro de la capital y, en ese espacio, se le ofreció participar en los programas que tiene la administración distrital. El menor no aceptó la ayuda, pese a encontrarse en riesgo de caer en condición de habitabilidad de calle.
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