Se trata de un proyecto que propone modificar la jornada nocturna y que aumenta la remuneración por trabajar domingos y festivos, puntos neurálgicos de la reforma que terminó naufragando. Ante la controversia, Chacón habló con EL COLOMBIANO, defendió la conveniencia del proyecto y advirtió que “el juego de la política no puede estar por encima de los intereses de los trabajadores”.
Hay todo un revuelo por este proyecto de ley que, en principio, podría pensarse que es bienintencionado y recoge la parte sustancial de la fallida reforma laboral. ¿A qué atribuye la polémica y el descontento, especialmente entre sectores petristas?
Los extremos de las discusiones en la política han hecho que perdamos la sensatez sobre lo fundamental. Eso ha permitido que proyectos que busquen más la unidad que la división, como este, terminen condenados. En la reforma laboral todos estaban de acuerdo en esto, tanto los que querían la reforma en sus 79 artículos, como aquellos que consideraban que debía ser mucho más corta y esencial en favor de los trabajadores. Este proyecto recoge eso.
Cuando se presentó se hizo ver por algunos como si se tratara de una manera de obstaculizar la consulta y aquellos que mencionan la consulta como un mecanismo de participación, pero no se puede desconocer que es un mecanismo también para ejercer la política válida constitucionalmente.
Hay quienes desmeritan este proyecto por ser corto, por no ser el de 79 artículos que traía el Gobierno. No lo es. Es una reforma que favorece a los trabajadores y puede llegar a un consenso. Pero la mezquindad de la política hoy hace que esta iniciativa, que tiene una buena intención, termine generando una controversia.
¿Qué responderle a aquellos críticos que dicen que es un proyecto oportunista que se presenta hasta ahora y no antes?
Esta iniciativa es tan buena y tan necesaria para los trabajadores que tiene la posibilidad de tal consenso de esos dos puntos en todos los sectores, incluido el Gobierno. A los extremos de la política les incomoda que se pueda avanzar sobre ella y no puedan jugar a la política. Eso es lo que molesta indudablemente: que beneficia a los trabajadores y que ya no se puede enardecer en ellos cuando el Congreso avance. El juego de la política no puede estar por encima de los propios intereses de los trabajadores. El ejercicio de la política implica el consenso.
El propio Gobierno lo calificó como un “proyecto bonsái”, en la medida en que se quedaba corto y no abarcaba otros derechos, como la licencia menstrual. ¿Es tan minúsculo el proyecto como lo han querido ver sectores oficialistas?
Es tan importante para los trabajadores que precisamente incomoda a aquellos que quieren impulsar una consulta y que cuando usted les pregunta hablan sobre estos artículos. Son artículos en los que podemos tener consenso. La otra era una reforma de 79 artículos que generaba una controversia entre ganar y perder empleos, y entre formalidad e informalidad, y con tantos artículos que presentó pareciera que lo que querían era el hundimiento de la reforma, no sacar adelante artículos que pudieran avanzar en lo que realmente están pidiendo los trabajadores en el país.
De fondo, hay excusas de un lado y del otro para no apoyar unos artículos que logran consenso, que sí son importantes para los trabajadores y le apuestan a tener derechos progresivos de hace 50 años que se ganaron los trabajadores. Pero una cosa es la utilización del discurso de esos artículos para generar indignación en los trabajadores, pero otra cosa es la intención de verdad de sacarlo adelante.
¿Usted ha hablado con alguien del Gobierno? ¿Algún emisario ha escuchado sus argumentos?
El que me conoce en el Congreso y muchas personas de este Gobierno, incluido el ministro (de Trabajo) Antonio Sanguino, saben de mi talante conciliador y de tratar de buscar consensos sobre lo fundamental. Por eso, proyectos que han estado en mis manos han avanzado a pesar de las dificultades iniciales porque hemos logrado recoger los puntos de vista de los partidos, incluido los de la oposición. Se ha logrado hacer entender que es posible avanzar sobre lo fundamental.
El Congreso no esta ideologizado en un solo pensamiento, tiene muchos. Por eso es importante el consenso. No he hablado con nadie del Gobierno. Creo tener el derecho, como los compañeros que firmaron este proyecto, para poder presentar una iniciativa sin necesidad de tenerle que pedir permiso a absolutamente nadie. Lo que resulta extraño es que la facultad de un congresista o el derecho de presentar un proyecto pueda generar una incomodidad.
Entendemos que puede generar una discusión, no decir que uno u otro artículo está mal cuando todos saben que el objetivo de hace tiempo del Gobierno es promover artículos que ellos han impulsado. Todos los partidos estamos de acuerdo y los hemos invitado a acompañarnos para avanzar, pero en las diferentes discusiones sobre otros artículos que son polémicos y demandan una discusión mayor no es necesario meterlo en este proyecto para dar al traste con ellos.
Incluir más artículos de otras discusiones es darle al traste con estos dos que podríamos recuperar en beneficio de los trabajadores.
La oposición y los sectores independientes sí han visto con buenos ojos el proyecto...
He oído también a miembros de la propia bancada de Gobierno que consideran que deben ir más artículos, pero que apoyan estos dos. Eso lo veremos en la Comisión Séptima en la votación cuando lo pongan en el orden del día, se asignen las ponencias y se den las discusiones pertinentes, que ojalá sean muy rápida.
Esta discusión en lo que puede resultar –y es lo que incomoda a algunos del Gobierno– es que todos los partidos acompañen un propósito loable, como es devolverle estos dos derechos a los trabajadores: horas extras a partir de las 7:00 de la noche, que no son las 8:00 que querían los empresarios, ni las 6:00 del Gobierno, sino intermedio. Y el pago del 100 % de dominicales y festivos.
Si esto es lo único que era importante en esa reforma y es lo único importante que trae la consulta, de pronto puede ser esa la molestia: que le dimos en el punto de lo que realmente quieren los trabajadores.
Usted dijo que hablar de la consulta en el contexto de este proyecto era meterle una bomba molotov, ¿a qué se refería?
No, nunca lo he planteado así. Eso lo han dicho quienes han hecho apreciaciones sobre el proyecto y sobre lo que puede representar el apoyo a estos dos artículos. En mi exposición de motivos no hablo de la consulta ni de la reforma laboral. Hablo sobre dos puntos esenciales e históricos, pero de manera loable no despectivamente, sobre la modificación que hubo cuando esos derechos fueron disminuidos e incluso, pasó el rasero de la Corte Constitucional. Si mal no recuerdo el ponente fue el doctor Eduardo Montealegre, que es diametralmente opuesto política, personal y judicialmente hoy en día al expresidente Álvaro Uribe.
Allí se argumentaba que la eliminación de estos derechos progresivos estaba pensando para producir más de 600.000 empleos. Eso motiva a la Corte a darle vía libre a la restricción de estos derechos por parte del Congreso, que generalmente no puede hacerlo porque es inconstitucional. Sin embargo, como el bien era superior –generación de empleos–, se restringió este derecho.
Si bien el expresidente Uribe generó muchísimos empleos, algunos dicen que tres millones, no fue precisamente con estos dos derechos que generó trabajo. Un estudio de la Universidad Externado dice que esas restricciones solo generaron 40.000 empleos. Por ello, consideramos en el Congreso que es posible devolverles esos derechos a la gente porque son superiores y porque no se consiguió esa generación de empleo.
Esa es la exposición de motivos, no es como tal el hecho de atajar la consulta. Esa es una discusión que se ha dado a raíz de esas divisiones tan fuertes que existen en la política. Por ello, invito a la oposición y al propio Gobierno a votar este proyecto considerando que es lo importante que tenía la reforma y que traería la consulta.
¿A la luz de este proyecto usted cree que sí se necesite la consulta popular?
Eso lo dirán las preguntas que presente el Gobierno, lo dirá la premura que tenga el Congreso en sacar adelante estos dos artículos y lo dirá el tiempo si se realiza la consulta o si fuere un motivo para que el Congreso la objetara.
Hay que ver si el Gobierno trae esos dos puntos en la consulta. De ser así, eso muestra la importancia de sacar adelante este proyecto en el Congreso. Eso solo lo dirá el tiempo y la presentación de las preguntas.
¿Y en su caso personal cree conveniente la consulta?
En mi caso personal creo que estos son los dos puntos esenciales, los más importantes, que traía la reforma de 79 artículos. Estos son solo dos, pero son los más importantes de toda la reforma, que no generan controversia y podría sacarlo adelante el Congreso.
Es claro que si estos dos artículos no los trajera la consulta indudablemente los trabajadores y sus luchas verían que el Congreso sí cumple en devolverles esos derechos que consideran conculcados.
El Gobierno confirmó que el lunes será radicada la convocatoria de la consulta. ¿Cómo ve el ambiente en el Senado?
Hay que recordar que ese es un derecho de participación ciudadana. Hay que ver las preguntas para ver si son acordes a lo que la Constitución estableció para ello para que el Congreso pueda tomar decisiones al respecto. Sin embargo, en principio creeríamos que así como tenemos un derecho democrático de presentar leyes, también el Gobierno tiene la herramienta de poder consultar al ciudadano. No entiendo cómo el Congreso podría negarlo sin un fundamento.
Se habla del presupuesto, de la cercanía de elecciones, pero habrá que ver cuál podría ser la excusa del Senado, pero es bien difícil decir que no es posible consultarle al pueblo conforme a ese derecho ciudadano que le da la Constitución al pueblo y al presidente a decidir sobre materias.
Es decir, a usted sí le suena la consulta...
Yo acompañé el referendo que presentó la exsenadora Viviane Morales no por el contenido, pero sí bajo el principio de la necesidad de consultar al pueblo cuando el Congreso no decidía sobre la materia, que era la adopción de las parejas del mismo sexo. Hubiera votado en contra en la urna, pero en la solicitud en el Congreso sí consideraba que el pueblo podría tener la oportunidad de decidir.