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¿Puede dar más el proceso Gandolfi en Nacional o ya tocó techo?

El Verde acumula 4 partidos sin victorias, exhibe irregularidad y genera dudas sobre si todavía tiene margen de mejora o si ya alcanzó su techo.

  • El técnico Javier Gandolfi, como cabeza de grupo, intenta levantar al equipo tras el duro golpe de la eliminación de la Copa Libertadores, para que pueda ir por los dos objetivos que restan: Copa y Liga. FOTO Camilo Suárez
    El técnico Javier Gandolfi, como cabeza de grupo, intenta levantar al equipo tras el duro golpe de la eliminación de la Copa Libertadores, para que pueda ir por los dos objetivos que restan: Copa y Liga. FOTO Camilo Suárez
hace 54 minutos
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El empate 1-1 ante América de Cali dejó una sensación amarga en Atlético Nacional. No solo porque sumó su cuarto partido consecutivo sin conocer la victoria —empates frente a Fortaleza, dos contra Sao Paulo y ahora ante los escarlatas—, sino porque el equipo estuvo lejos de aquel fútbol que, hace apenas unas semanas, despertó la ilusión de la hinchada en la serie de Copa Libertadores frente al poderoso conjunto brasileño.

Tras el partido, Javier Gandolfi fue sincero. “Fue un partido difícil de jugar porque tanto un equipo como el otro llegamos con secuelas y en gran parte del partido se notó”. Sin embargo, las explicaciones del técnico parecen chocar con una realidad evidente: el rendimiento del equipo se ha estancado y la confianza de la afición comienza a llenarse de dudas.

Ahora, el reto inmediato será cambiar el chip, pues este miércoles el Atanasio Girardot volverá a abrir sus puertas para recibir al Quindío por los octavos de final de la Copa BetPlay. Allí, más allá de la obligación de ganar, Nacional tendrá que mostrar mejoría en el juego y, sobre todo, en la efectividad, un déficit que se ha convertido en su mayor enemigo.

Uno de los puntos que más cuestiona la hinchada tiene nombre propio: la ausencia de un reemplazo real para Edwin Cardona. Tras la salida de Pablo Ceppelini, se esperaba que Juan Bauzá asumiera ese rol creativo, pero Gandolfi lo ha utilizado como extremo e incluso como delantero centro. Una decisión que resulta difícil de comprender si se tiene en cuenta que el propio jugador ha declarado que se siente más cómodo jugando detrás del nueve, precisamente en la misma zona que suele ocupar Cardona.

La apuesta del entrenador, hasta ahora, no ha logrado equilibrio en el mediocampo. Cardona, a pesar de haber fallado en momentos claves como la serie contra Sao Paulo, sigue siendo el hombre distinto, el que puede inventar lo que el partido no ofrece. En palabras de Luis Alfonso “Bendito” Fajardo, campeón de la Libertadores de 1989 con Nacional: “Él es un crack y estoy seguro que va a superar este momento y le dará más alegrías al club”.

Otra inquietud que rodea al proceso de Gandolfi es la comparación inevitable con el pasado reciente. El presidente Sebastián Arango Botero y Gustavo Fermani han reiterado que “las formas importan en Nacional”. Sin embargo, a Pablo Repetto lo despidieron cuando el equipo mostraba una propuesta muy similar a la que hoy exhibe el conjunto de Gandolfi: algunos picos altos, pero también partidos planos y carentes de intensidad.

La directiva justifica la continuidad asegurando que el proyecto ha mostrado momentos de gran nivel, aunque reconocen que la irregularidad es una constante. La pregunta que se hacen muchos es si esa justificación será suficiente para sostener un proceso que, de momento, no despega como se esperaba.

En medio de la incertidumbre, aparecen también mensajes de respaldo. El propio “Bendito” Fajardo lo expresó con claridad: “No creo que sea el momento para tomar decisiones sobre Gandolfi. Eso le haría perder la confianza al grupo. Yo creo que hay que esperar y estoy convencido que Nacional va a pelear la Copa y la Liga, y si no es así ahí sí habría que tomar decisiones”.

Sus palabras reflejan la visión de quienes apuestan por la paciencia, más aún cuando Gandolfi tiene contrato hasta diciembre de 2026. No obstante, en un club como Nacional, donde la exigencia es inmediata y la hinchada no perdona sequías prolongadas, el margen de espera suele ser más corto de lo que dictan los contratos.

La realidad es que Gandolfi se encuentra en una encrucijada. Su Nacional ha demostrado capacidad para competir en grandes escenarios, como lo hizo contra Sao Paulo, pero también ha mostrado un nivel pobre frente a rivales del ámbito local, donde se supone debería imponer su jerarquía.

El dilema está planteado: ¿es cuestión de tiempo y paciencia para que el proceso madure y encuentre regularidad, o el equipo ya tocó techo y la apuesta no dará más de lo que hasta ahora se ha visto? La respuesta, como suele suceder en el fútbol, no vendrá en discursos ni ruedas de prensa, sino en la cancha. El partido contra Quindío será otro examen de un camino que aún debe despejar muchas dudas.

El empate 1-1 ante América de Cali dejó una sensación amarga en Atlético Nacional. No solo porque sumó su cuarto partido consecutivo sin conocer la victoria —empates frente a Fortaleza, dos contra Sao Paulo y ahora ante los escarlatas—, sino porque el equipo estuvo lejos de aquel fútbol que, hace apenas unas semanas, despertó la ilusión de la hinchada en la serie de Copa Libertadores frente al poderoso conjunto brasileño.

Tras el partido, Javier Gandolfi fue sincero. “Fue un partido difícil de jugar porque tanto un equipo como el otro llegamos con secuelas y en gran parte del partido se notó”. Sin embargo, las explicaciones del técnico parecen chocar con una realidad evidente: el rendimiento del equipo se ha estancado y la confianza de la afición comienza a llenarse de dudas.

Ahora, el reto inmediato será cambiar el chip, pues este miércoles el Atanasio Girardot volverá a abrir sus puertas para recibir al Quindío por los octavos de final de la Copa BetPlay. Allí, más allá de la obligación de ganar, Nacional tendrá que mostrar mejoría en el juego y, sobre todo, en la efectividad, un déficit que se ha convertido en su mayor enemigo.

Uno de los puntos que más cuestiona la hinchada tiene nombre propio: la ausencia de un reemplazo real para Edwin Cardona. Tras la salida de Pablo Ceppelini, se esperaba que Juan Bauzá asumiera ese rol creativo, pero Gandolfi lo ha utilizado como extremo e incluso como delantero centro. Una decisión que resulta difícil de comprender si se tiene en cuenta que el propio jugador ha declarado que se siente más cómodo jugando detrás del nueve, precisamente en la misma zona que suele ocupar Cardona.

La apuesta del entrenador, hasta ahora, no ha logrado equilibrio en el mediocampo. Cardona, a pesar de haber fallado en momentos claves como la serie contra Sao Paulo, sigue siendo el hombre distinto, el que puede inventar lo que el partido no ofrece. En palabras de Luis Alfonso “Bendito” Fajardo, campeón de la Libertadores de 1989 con Nacional: “Él es un crack y estoy seguro que va a superar este momento y le dará más alegrías al club”.

Otra inquietud que rodea al proceso de Gandolfi es la comparación inevitable con el pasado reciente. El presidente Sebastián Arango Botero y Gustavo Fermani han reiterado que “las formas importan en Nacional”. Sin embargo, a Pablo Repetto lo despidieron cuando el equipo mostraba una propuesta muy similar a la que hoy exhibe el conjunto de Gandolfi: algunos picos altos, pero también partidos planos y carentes de intensidad.

La directiva justifica la continuidad asegurando que el proyecto ha mostrado momentos de gran nivel, aunque reconocen que la irregularidad es una constante. La pregunta que se hacen muchos es si esa justificación será suficiente para sostener un proceso que, de momento, no despega como se esperaba.

En medio de la incertidumbre, aparecen también mensajes de respaldo. El propio “Bendito” Fajardo lo expresó con claridad: “No creo que sea el momento para tomar decisiones sobre Gandolfi. Eso le haría perder la confianza al grupo. Yo creo que hay que esperar y estoy convencido que Nacional va a pelear la Copa y la Liga, y si no es así ahí sí habría que tomar decisiones”.

Sus palabras reflejan la visión de quienes apuestan por la paciencia, más aún cuando Gandolfi tiene contrato hasta diciembre de 2026. No obstante, en un club como Nacional, donde la exigencia es inmediata y la hinchada no perdona sequías prolongadas, el margen de espera suele ser más corto de lo que dictan los contratos.

La realidad es que Gandolfi se encuentra en una encrucijada. Su Nacional ha demostrado capacidad para competir en grandes escenarios, como lo hizo contra Sao Paulo, pero también ha mostrado un nivel pobre frente a rivales del ámbito local, donde se supone debería imponer su jerarquía.

El dilema está planteado: ¿es cuestión de tiempo y paciencia para que el proceso madure y encuentre regularidad, o el equipo ya tocó techo y la apuesta no dará más de lo que hasta ahora se ha visto? La respuesta, como suele suceder en el fútbol, no vendrá en discursos ni ruedas de prensa, sino en la cancha. El partido contra Quindío será otro examen de un camino que aún debe despejar muchas dudas.

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