El Departamento de Guerra de Estados Unidos confirmó el lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM por sus siglas en inglés) Minuteman III desarmado, durante una prueba desde la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg, en California.
Se trata de una pieza central de la estrategia de defensa estadounidense desde hace más de medio siglo.
El ensayo, realizado a la 1:35 a. m., hora del Pacífico, este 5 de noviembre y que forma parte del programa de mantenimiento y verificación del sistema de disuasión nuclear del país, buscó evaluar la precisión y fiabilidad del Minuteman III, un modelo que lleva más de 50 años en servicio.
El misil fue lanzado sin carga explosiva y recorrió miles de kilómetros sobre el océano Pacífico, en dirección a un área designada de impacto.
Estas pruebas son rutinarias y se realizan varias veces al año para garantizar que los sistemas estratégicos del país operen con seguridad y precisión. En mayo se llevó a cabo otro lanzamiento similar de prueba hacia las Islas Marshall.
El Minuteman III, desarrollado durante la Guerra Fría, puede transportar una ojiva nuclear en tiempos de guerra y alcanzar objetivos a más de 13.000 kilómetros de distancia.
Desde su entrada en servicio en 1970, el Minuteman III se convirtió en la columna vertebral de la disuasión nuclear terrestre de EE. UU. Tras la retirada de otros sistemas (por ejemplo el Peacekeeper en 2005), el Minuteman III quedó como el único misil balístico intercontinental de silo basado en el país.
A lo largo de las décadas ha sido objeto de varios programas de extensión de vida —como mejoras en la guía, nuevos combustibles sólidos, sistemas de mando y control— para mantener su operatividad hasta que esté reemplazado por el futuro misil LGM-35A Sentinel en la próxima década.
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Aunque estos lanzamientos son comunes en la Fuerza Aérea estadounidense, la operación se llevó a cabo luego de que el presidente Donald Trump ordenara al Pentágono a “comenzar a probar” las armas nucleares estadounidenses.
En medio de la preocupación internacional y de algunos miembros del Congreso estadounidense, el secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, afirmó que el Pentágono estaba actuando “con rapidez” para cumplir las órdenes de Trump y que hacer los ensayos era “responsable”.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, declaró a través de un portavoz que “las pruebas nucleares jamás pueden permitirse bajo ninguna circunstancia”.
Washington firmó en 1996 el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, ya sean con fines militares como civiles.