La situación energética en Colombia se resume en una sola palabra: incertidumbre. Las compañías encargadas de producir electricidad expresan preocupación por el efecto de las políticas del actual Gobierno y por el rezago en la entrada de nuevos proyectos. Hoy, los márgenes entre oferta de energía en firme y demanda son negativos, y el déficit alcanza el 1,6%.
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En este sentido, la presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen), Natalia Gutiérrez, recordó que las empresas generadoras deberán invertir en años venideros entre $10,9 y $13,3 billones anuales para garantizar suficiente energía en firme, abastecer el consumo y tener un margen ante efectos climáticos adversos como el Fenómeno de El Niño.
La energía en firme de un país –cabe precisar– es la cantidad de electricidad que el sistema puede garantizar de forma segura y continua, incluso en épocas de sequía, baja generación renovable o alta demanda.
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Mientras el sector alerta sobre esa realidad que podría tener graves efectos a la vuelta de unos meses, el presidente Gustavo Petro y el Ministerio de Minas y Energía han lanzado duras críticas contra ese eslabón del sistema.
Según el Jefe de Estado, la generación de electricidad está dominada por pocas compañías que obtienen ganancias millonarias. Además, ha afirmado que las tarifas de la luz se han disparado y no reflejan los costos reales de producción, apuntando directamente contra las generadoras.
Mirada de las generadoras
Desde la óptica de las compañías, el problema es estructural y tiene que ver principalmente con la falta de señales para asegurar inversiones que eviten revivir el fantasma del apagón.
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Por ejemplo, Camilo Marulanda, presidente de Isagén, ha dicho que la oferta de energía está siendo insuficiente para la demanda que tiene el país. “Los proyectos que se tenían planeados no han entrado, solo 20% de la capacidad esperada en los últimos cinco años entró”.
Según Marulanda, la cantidad de energía que consume el país crece a diario, y si la oferta se mantiene igual, en el 2026 las plantas no serán suficientes para cubrir las necesidades.
Otros retos que afronta Colombia son la estabilidad en las reglas del juego y la estabilidad tributaria para atraer inversionistas, pues como bien ha recordado el líder de Celsia, Ricardo Sierra, nuestro país compite con otros para levantar el capital necesario para desarrollar nuevas plantas.
Aun cuando las señales parecen no ser del todo claras, en casos como el de Celsia se estima un plan de expansión en energías renovables no convencionales, con la meta de incorporar más de 1.000 megavatios (MW) de capacidad solar y eólica en Colombia, a 2027.
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La compañía de Grupo Argos anunció, por ejemplo, la compra de 675 MW de un portafolio de proyectos en distintos estados de desarrollo a Mainstream Renewable Power. Entre ellos, el parque solar Andrómeda, en Sucre, (100 MW) o los parques eólicos Sirius y Neptuno, en La Guajira (ambos de 150 MW).
Pero la plata que estas compañías inyectan no solo se reduce a crear nuevos proyectos. Luis David Pachón, consultor en energía y gas de Energy Advisors, señaló que, si bien el “combustible” para la generación de energía a través de proyectos hidroeléctricos y solares no tiene costo, la inversión que sostiene su operación sí es significativa. “Lo que sí podría asociarse como un costo está asociado a la inversión que hacen las generadoras en la construcción, el mantenimiento y la operación”.
El especialista agregó: “Diferente sucede con las plantas térmicas, en las que el costo del combustible sí es claramente definido como el gas, los combustibles líquidos o el carbón, pero que también tienen los costos de AO&M (Administración, Operación y Mantenimiento)”.
En plata blanca
Según datos recopiladas por EL COLOMBIANO, en 2024, las compañías generadoras invirtieron más de $3,1 billones.
Del total, $2,1 billones se destinaron a energías renovables no convencionales; $511.000 millones a modernización y repotenciación; $504.000 millones a mantenimiento, y $55.000 millones a estudios y preinversión (ver infografía).
Las otras inversiones
A juicio de Natalia Gutiérrez, de Acolgen, estos datos reflejan que generar energía nunca es gratis. “Las empresas, además de hacer millonarias inversiones en términos sociales y ambientales, tienen una alta carga tributaria. Pero, adicionalmente, deben pagar los de los colaboradores y hacer mantenimientos constantes para garantizar que las centrales de generación operen adecuadamente”.
En este sentido, uno de los datos sobre los cuales las generadoras más hincapié han hecho tiene que ver con que, en los últimos 30 años, las empresas han invertido más de $140 billones para el desarrollo de proyectos y centrales de generación, asumiendo también los riesgos financieros, técnicos y sociales, lo que a su vez ha permitido al Gobierno no sobrecargar el Presupuesto Nacional.
Paradójicamente, el exministro de Minas y Energía, Amylkar Acosta, sostuvo que las señales que está dando el Gobierno Petro “en lugar de atraer a los inversionistas, los está alejando”. Según sus cálculos, la inversión extranjera directa en el país ha caído alrededor de un 15%.
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Un problema que va de la mano con la lenta incorporación de nuevos proyectos. El Sistema Interconectado Nacional cuenta con 21,9 gigavatios (GW) de capacidad, de los cuales 20,7 GW ya están en operación y 1,2 GW se encuentran en pruebas.
Para este año se esperaba el ingreso de 148 proyectos, equivalentes a 3.517 MW. Sin embargo, solo se ha consolidado el 1,8% de esa capacidad y un 14% adicional permanece en fase de pruebas.