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2025, año irrepetible

hace 12 horas
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  • 2025, año irrepetible
  • 2025, año irrepetible

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Con desafíos y patanerías, se despidió el presidente Petro del 2025. Declaró la Emergencia Económica, para decretar impuestos contra empresarios y consumidores. Gestó una Constituyente para cambiar el actual modelo económico y sustituirlo por el de intervencionismo de Estado, dándoles palo en especial a la Corte Constitucional y a la independencia del Banco de la República. De encima, le otorgaría más beneficios jurídicos a los violentos. Decretó un incremento desproporcionado del salario mínimo, muy por encima del crecimiento de la inflación en el año, que dará manivela alcista al costo de vida en 2026. El espectro de Hugo Chávez reapareció, sonriente y complacido, sobre el mapa colombiano.

La seguridad fue una pesadilla. Este moribundo 2025 pasará a la historia como el año más violento de la última década. El panorama no pudo ser más desolador: tres homicidios cada dos horas, cerca de 25.000 alzados en armas, 90 bandas criminales diseminadas por el territorio nacional, 1275 actos de terrorismo. Secuestrados, 570. Menores de edad reclutados por grupos criminales, 525. Desplazados, 90.000, un 72% más que en todo el 2024. Extorsiones denunciadas, 11.200, o sea 33 diarias. Más de 28.000 delitos sexuales cometidos hasta 31 de octubre. Soldados secuestrados, desarmados y asesinados por la metralla de los insurgentes. La “Paz total” vuelta añicos. Quizás por ello cayo la cúpula militar, que vio apagar parejo el brillo de sus soles con el sol del año que pasó.

Las agresiones en el seno del Gobierno Nacional abundaron. La copiosa cosecha de escándalos y las mentiras hicieron parte del deplorable inventario del régimen. Las peleas presidenciales contra gremios, empresarios y periodistas no tuvieron punto final. El Estado repartió contratos a manos llenas entre sus compadres, lo que da validez a aquella sentencia de que “el Gobierno no es un negocio sino para los que no saben si deben gobernar”. Fue asesinado un precandidato presidencial y dos exministros cayeron en prisión por indelicadezas en el manejo de dineros públicos. Otros siguen empapelados en la Corte de Justicia.

La abundancia de caricaturescos precandidatos presidenciales llenó los espacios periodísticos. Forman pintorescos sindicatos de enanitos en donde aportan el mínimo de opinión a la empresa de las ambiciones. Muchos simplemente interesados en valorizar sus apoyos a coaliciones ventajosas para obtener pingues réditos en especie. Las encuestas de opinión asustan al establecimiento porque el candidato de la extrema izquierda, Cepeda, ganaría hoy al segundo de la extrema derecha, de la Espriella. ¿Evidente manifestación de la radicalización nacional que solo quiere soluciones polarizantes?

El 2026 será un año electoralmente turbulento. No solo por la agitación de las elecciones legislativas y presidenciales, sino por la presencia de grupos criminales que, en muchas regiones, amenazan a candidatos de todos los pelambres y coaccionan a los votantes. Son desafíos bastantes críticos, tanto para el sistema institucional colombiano como para la democracia reflejada en el libre ejercicio del voto ciudadano.

En tan sombrío panorama solo queda la esperanza puesta en el país nacional, que no se ha dejado doblegar. Queda la ilusión de que, algún día, la seguridad ciudadana mejore, y la corrupción del sector público sea llevada siquiera “a sus justas proporciones”.

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