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Un sistema descocado

La salud de los colombianos, gran damnificada de la pelea, sigue tan flaca como la perrilla del expresidente Marroquín.

hace 15 minutos
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  • Un sistema descocado

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Harta está la Colombia sensata de tantas querellas entabladas por este gobierno pendenciero. No hay día en que desde la cúpula del Estado haya pausa en las peleas entre el presidente y los ciudadanos, entre ministros y exministros y estos con altos funcionarios del Estado. Cada semana se abre y se cierra con litigios, agravios y trapitos al sol sacados a la luz pública, que opacan la claridad necesaria para que un país pueda avanzar con firmeza y transparencia.

La penúltima pelea —porque no parece haber una última— tiene como actores a la directora del Dapre, Angie Rodríguez, al director de la UNGRD, Carlos Carrillo, y por supuesto al picapleitos mayor del reino populista, Armando Benedetti. Un personaje a quien todo le resbala, que nada lo afecta, porque quizá guarda secretos tan devastadores, que lo inmunizan de toda reacción del frenético patrón. Con razón decía García Márquez que en Colombia la realidad, cruel y dura, superaba la ficción.

En medio de tantas contradicciones y garroteras, los colombianos muestran cansancio de toda esa pugnacidad, alojada e irradiada desde la Casa de Nariño. Es la fotografía de un sistema de gobierno decadente y sin norte, que a menudo tiene que retractarse de las injurias que dispara por redes sociales. Y pensar que aún faltan seis meses para que cesen estas querellas, siempre y cuando la hoy inoperante y anárquica oposición al régimen, sostenida por partidos sin coherencia alguna, tenga conciencia y capacidad de lograr un relevo en el mando supremo de la nación.

Las confrontaciones agotan la paciencia. A los zafarranchos se suma la del presidente con la fiscal general, por no prestarse está a servir de consueta de sus excesos. La acusa de no apoyarlo por miedo a que la envíen de un plumazo a la lista Clinton. La fiscal Camargo recuerda que su función primordial no es la de apoyar, sino la de vigilar y acusar ante los jueces el quebrantamiento de las normas legales. Luego aquel provoca al “cowboy” gringo y este lo amenaza de escogerlo como su siguiente objetivo para fuetearlo, como hace con Maduro. Parece una pelea de alienados. ¿Cuál de los dos más absurdos y alienados?

Petro no se queda quieto. Ataca al Congreso porque le negó una reforma tributaria de 16 billones de pesos para malgastar, teniendo 18 billones en el presupuesto nacional sin ejecutar, dado él desgreño administrativo. El ministro de Salud imita al picapleitos, arremetiendo contra las EPS, al acusarlas, tanto de administrar 90 billones de pesos al año, “sin controles reales”, como de “cobrar más de 1,3 billones de pesos por atenciones a personas fallecidas”. La salud de los colombianos, gran damnificada de la pelea, sigue tan flaca como la perrilla del expresidente Marroquín.

Las luces de Navidad no logran apagar los incendios provocados por el presidente y su desafinada orquesta, cuyos miembros entre sí se despedazan. Aquel grito de “paz en la Tierra”, la noche del feliz alumbramiento, no existe para los camorristas porque no son hombres de voluntad pacifista, sino violentos que nacieron para las hostilidades. En ellas viven y se solazan.

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