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O planeamos algo o estaremos recordando estos tiempos como una advertencia ignorada, con la resignación y la culpa de no haber levantado la voz.
Por Amalia Londoño Duque - amalulduque@gmail.com
En el imaginario de muchos, cuando se piensa en Colombia, se piensa en un país joven, alegre y acelerado.
Pero pronto puede que sea otra cosa.
La CEPAL dice que el envejecimiento poblacional ocurre cuando el porcentaje de personas mayores supera al de los jóvenes, lo que implica un cambio significativo en la estructura de un país. Esto se traduce en el pasaje de sociedades jóvenes a sociedades adultas y posteriormente a sociedades envejecidas.
Estamos en esa transición. Mi tío Libro solía decir: “en el mundo pasarán cada vez más sucesos importantes, buenos y malos, pero no nos daremos cuenta a tiempo por estar ocupados en otras cosas”.
Yo no soy tan pesimista. Creo que sí hemos abierto espacios para conversarlo, pero también creo que todos estamos actuando en modo: “sálvense quien pueda”.
Son pocos los que han logrado unirse para pensar mejor esa transformación en la que estamos y poder planear y hacer cosas que amortigüen un poco el cambio.
Hace unos días, leí una crónica sobre una población de España que ha transformado tres de cinco de sus colegios en centros para el adulto mayor. La transformación urbanística era opuesta a la que habían anunciado cuando los viejos que hoy habitan esos centros estaban en su plena juventud.
Decía el artículo:
“A principios de año, se anunció un nuevo proyecto para mayores, esta vez en las instalaciones del colegio San Esteban. Está financiado por la Unión Europea después de ganar un concurso de innovación urbana. La idea es reconstruir el interior del edificio para habilitar 20 viviendas donde residirán los mayores. A cambio, el Ayuntamiento se hará cargo de las casas de estas personas y las realquilará a jóvenes a un precio un 30 o 40% del precio de mercado.”
Allá ya es una realidad lo que aquí podría pasar no solo en una población pequeña, sino en Antioquia, por ejemplo, que será la segunda región más envejecida de Colombia para 2035, según el DANE.
Y sí, estamos escuchando a algunas personas, empresas y líderes que hablan de esto, pero no es suficiente.
David González, quien escribe en este periódico, nos recordaba el domingo en su columna que “numerosos supuestos que sostienen nuestra economía, los sistemas de seguridad social y las estructuras educativas, están destinados a transformarse radicalmente”. Y lo cierto es que, aunque hablamos mucho de futuro, parece que esa idea de que será después nos está haciendo postergar la urgente acción estructural que necesitamos para enfrentar desigualdades en ese mañana.
Y lo pienso desde lo colectivo, pero también desde lo individual.
La vejez no es una tragedia y este panorama demográfico posiblemente tampoco.
Pero estamos en Colombia y aquí solo el 23% de las personas en edad de jubilación tienen pensión, y más del 85% de mujeres no la reciben.
Entonces aquí todo sí se cuenta desde otra perspectiva: o planeamos algo o estaremos recordando estos tiempos como una advertencia ignorada, con la resignación y la culpa de no haber levantado la voz.