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El tablero mundial no se reestructurará sin la intervención de una pieza clave: la Unión Europea. Su talla económica y su gravitación política hacen de Europa un jugador de mucho peso en los reacomodos que están en gestación.
China está propugnando un acercamiento con los 27 del Viejo Continente, pero es preciso dilucidar hasta donde ello es más una propuesta estratégica que una alianza económica práctica con Bruselas. China representó en 2024 poco más de una quinta parte (21.3%) de las importaciones de la UE y fue su tercer mayor destino de exportación (8.3 %). Europa le exportó 213 mil millones de Euros y le importó 518 mil millones. No es difícil notar que es mucho lo que queda por mejorar en esta relación bilateral y ambos lados podrían beneficiarse tanto de una expansión del volumen como de la reestructuración de las mismas.
Es natural, entonces, que Pekín se esmere en colocar frente a Bruselas el anzuelo de una mejor interacción comercial para lograr su apoyo en la batalla que libra con Washington. ¿Pero cuánta carne China pone en el asador?
China fortalecería sus cadenas de suministro desde Europa a terceros países, incrementaría fácilmente sus exportaciones y ganaría terreno en inversiones en actividades económicas en las cuales goza de complementariedad con países de la Unión. Maquinarias así como producción de químicos son áreas de actividad maduras donde habría amplio terreno para cooperación bilateral. Para China, una asociación más estrecha con la UE le permitiría no solo diversificar clientes y proveedores sino reducir su dependencia del mercado estadounidense y reforzar su legitimidad internacional. Acceder al mercado europeo con menores restricciones tecnológicas e industriales le daría margen para compensar las pérdidas por las tensiones con Estados Unidos. Pudiera también conseguir un fortalecimiento del yuan como moneda global. Una alianza además le permitiría a Pekín promover su visión de un orden económico multipolar, en contraposición al modelo norteamericano.
¿Qué tiene Europa que ganar en una alineación más estrecha con China para contrarrestar la presión estadounidense? Pekín pondrá sobre el tapete ofertas de mejores condiciones arancelarias, inversiones en áreas industriales con ventajas comparativas y cooperación en materias tecnológicas. Pero Europa y China son competidores en el sector automotriz, tecnología y energía renovable. Para los 27 una alianza de este género cuyos efectos prácticos son más de mediano y largo plazo que de corto espectro no alterarían mucho la situación actual de acceso europeo al mercado chino. China, eso sí, exigirá a Europa asumir posiciones políticas concordantes en más de un terreno - incluyendo derechos humanos y democracia- en donde la diversidad de posiciones políticas de los 27 es un escollo difícil de sobreponer como ya se ha visto en el pasado. El interés de los países europeos debe orientarse más en el sentido de proteger e incrementar su presencia en el mercado americano: allí están en juego 2 trillones de dólares de inversión europea- más de 40% del total de la Inversión Extranjera Directa del país – y 523.000 millones de dólares en exportaciones.
En este coqueteo a Xi le sobran motivos para colocar frente a Bruselas el anzuelo de una relación de cooperación estrecha y proactiva y proponer su conversión en una pieza importante del reacomodo planetario... pero solo en lo declarativo. La propuesta de alianza es, más que nada, una estrategia comunicacional para la galería. Y lo que es claro es que ni temperará la aspiración hegemónica de Donald Trump, ni debilitará la posición negociadora de Estados Unidos. En síntesis, mucho ruido y pocas nueces..
