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La solución al problema de hacer las matemáticas y las ciencias exactas más cercanas y asequibles es ancha y difícil y es algo que ocupa mis días.
Por Juliana Restrepo Cadavid - JuntasSomosMasMed@gmail.com
La noción de belleza está profundamente influenciada por las estructuras sociales y el contexto cultural. Como la educación hace parte de ese engranaje, cuando nos inclinamos hacia ciertas disciplinas, nos educamos para apreciar ciertas bellezas. A mí me da mucha envidia cuando no soy capaz de admirar completamente algo de otra área del conocimiento.
Me pasa mucho cuando Adri me explica las ideas de filosofía detrás de su tesis de doctorado o cuando leo la versión simplificada de un ensayo ecofeminista o cuando converso al almuerzo de un concepto de psicoanálisis. Soy capaz de intuir el poder, pero me faltan lecturas, clases y discusiones para pararme delante del ensayo y sentir la reacción corporal propia de lo bello-guayacan, bello-teorema de Emily Noether, bello-ecuaciones de Maxwell, bello-silueta de las montañas.
Esta semana hemos estado mirando unas ecuaciones sobre la luz y la mirada, que estarán en la celebración de los 40 años del Planetario en octubre, y creo que mis compañeras de trabajo, Aleja y Anto, artista y escritora, sienten eso al revés: la intuición de la belleza detrás del significado de una ecuación. Vivimos en una ciudad dónde muchas personas no tienen una relación cercana con las ciencias exactas y con las matemáticas. Nunca entendí, nunca entendí para qué servía, no era buena, tuve un profesor horrible, me traumatizaron, mi mamá me dijo que todos éramos malos para las matemáticas y que no era importante.
Algunas personas quizás sientan esa lejanía como un alivio, pero en mi experiencia son más las que me dicen: Me habría gustado entender más, me habría gustado que me gustara, me habría gustado aprender. La solución al problema de hacer las matemáticas y las ciencias exactas más cercanas y asequibles es ancha y difícil y es algo que ocupa mis días. Una aproximación usual en las instituciones educativas y centros de ciencia es conectar las matemáticas y las ciencias exactas con la vida cotidiana o hacerlas divertidas.
Nina Simon, genia del mundo de los museos, dice en su libro The art of relevance que esas distracciones son peligrosas. Cubrir la ciencia y las matemáticas de diversión, solo de diversión, es poner en la casa bombas, serpentinas e inflables. Es prometer una fiesta divertida y distraer a la gente en la puerta sin dejarla entrar a apreciar la belleza apabullante.
El impulso de entretener distrae de lo verdaderamente relevante y hace que sea más difícil acceder. Es una salida fácil la de decorar las formas para no mirar el fondo. Cargar de dos adjetivos - divertidas y prácticas - a las matemáticas y las ciencias exactas que sabemos son tantos otros: increíbles, misteriosas, incomprensibles, simples, complejas, abstractas, útiles, inútiles y hermosas.
Lo bonito está al fondo.