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Colombia merece voces valientes y conversaciones abiertas, plurales y respetuosas.
Por Juliana Velásquez Rodríguez* - opinion@elcolombiano.com.co
El fin de un año y el tránsito al siguiente son siempre una oportunidad para reflexionar. La retrospectiva es útil de cara al futuro si se mira con detenimiento, autocrítica y esperanza. El 2025 nos ha retado como líderes y como personas, incluso transformando la forma como ejercemos el liderazgo público desde el sector privado. ¿Qué tanto debe hablar el sector privado de política? ¿Qué tanto debe involucrarse el sector privado en lo público? ¿Cuándo se debe fijar una posición y cuándo guardar silencio? ¿Qué significa cuidar la democracia desde el sector privado? Estas preguntas fueron centrales en nuestras conversaciones, especialmente en este año lleno de convulsiones políticas, debilitamiento institucional y una polarización dañina y conveniente. Aquí unas cuantas reflexiones alrededor de estas preguntas, de cara al 2026 y con Colombia en el centro del diálogo.
El sector privado es una voz esencial para la conversación pública. Somos 24 millones de colombianos pertenecientes al sector productivo del país. Bienes públicos como la seguridad, infraestructura, energía, salud y educación no deben ser conceptos ajenos, en manos exclusivamente de funcionarios públicos. El 2025 nos enseñó como líderes a involucrarnos mucho más en las conversaciones legislativas, a hacer vigilancia normativa y a entender con rigor y profundidad sus implicaciones. En el 2026 debemos apostarle a un trabajo legislativo eficiente, de la mano de las bancadas regionales en el Congreso, que apalanque el desarrollo, facilite la recuperación de aquellos bienes públicos debilitados, que sea amigo de la eficiencia y el futuro y se articule con las regiones y sus comunidades. Tenemos las propuestas, el conocimiento y la capacidad de articulación y convocatoria que este momento necesita.
Este año las instituciones nos dieron ejemplo. Con valentía y rigurosidad se mantuvieron firmes ante los intentos de debilitar nuestra democracia. Desde el sector privado rodeamos las instituciones con convicción, apoyándolas públicamente y poniendo nuestras capacidades a su servicio. En este año que llega seguiremos a su lado, trabajando en equipo con ellas, respetando sus procesos y decisiones. Entendiendo ante todo que, al protegerlas, estamos cuidando el futuro de todos, aportando a la democracia y la confianza.
Como sector privado debemos apelar a la sabiduría, evitando caer en la espiral de violencia en redes sociales que solo debilita a las instituciones y favorece a quienes promueven el caos. No seamos justicieros en el debate público, fortalezcamos mejor una veeduría ciudadana nacional a la gestión pública, rigurosa e independente. Los fundadores de Proantioquia así lo entendieron hace 50 años y así lo entendemos ahora: “En momentos difíciles para el país, cuando se registran graves, simultáneas y permanentes acometidas contra las instituciones y se busca alterar el orden público y comprometer la paz, comprendemos bien que es nuestra la lucha de la autoridad para preservar y vigorizar aquellas, y garantizar estos”.
Nuestra voz es importante en la conversación pública. El 2025 nos enseñó que no podemos, ni debemos, desligarnos de la política nacional y regional. El sector privado debe hablar de lo público. El cómo hacerlo y sobre qué temas, debe ser una conversación constante, con respeto por el gobierno corporativo de la institución que representamos y coherente con nuestros principios. Las instituciones privadas tenemos un sentido de permanencia en el tiempo que debemos proteger y una responsabilidad con los accionistas, las comunidades y nuestros empleados que no debemos perder de vista al momento de opinar.
Sin embargo, esto es un marco de actuación, no una invitación a abstenerse de hablar. La voz del sector privado y sus líderes es indispensable en este momento y lo será aún más en el 2026. Debemos hacerlo con valentía, claridad, rigurosidad y respeto; pero, sobre todo, juntos, en equipo, sin individualismos. Es un falso dilema escoger entre el silencio y el debate. El debate con respeto, amabilidad y curiosidad por la opinión contraria es la primera premisa del desarrollo.
Por último, elegir la democracia en el 2026 es la acción más importante que haremos desde el sector privado. La segunda, no dejarnos arrebatar el futuro, pues, aunque suene a frase de cajón, nos pertenece. Esta elección tiene riesgos incómodos y ataques dolorosos, pero Colombia merece voces valientes y conversaciones abiertas, plurales y respetuosas.
*Presidenta Ejecutiva Proantioquia