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Con cara, gana

y con sello, perdemos

hace 4 horas
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  • Con cara, gana y con sello, perdemos
  • Con cara, gana y con sello, perdemos

Por María Clara Posada Caicedo - @MaclaPosada

La estrategia de victimización de Gustavo Petro y su persistencia obsesiva en degradar el nivel del debate público, no son espontáneas. Como todo lo que ha sucedido en estos larguísimos casi tres años de su gobierno, Petro no da puntada sin dedal y ha sabido tejer un plan meticuloso que busca cercenar la capacidad de movilización ciudadana, promover una división irreconciliable entre colombianos, blindar su inoperancia de cara a 2026, atemorizar a quienes le resisten y garantizar que su proyecto se perpetúe en el poder.

El petrismo, que se ha caracterizado por desconocer cualquier límite institucional, ético y moral, sabe que a diferencia de lo que sostienen varios analistas de la fauna política nacional, nuestra democracia es frágil, fragilísima y es justo eso lo que tienen que aprovechar para su supervivencia y también -aceptémoslo- para su impunidad.

En esa cruzada, han sabido hacernos parte de un juego en el que con cara, ganan ellos y con sello, perdemos todos los que valoramos la libertad y la democracia.

“Es que no me dejan”, es la teoría que han inoculado y con la que quieren hacernos creer que en este país existen unos poderes anquilosados oligarcas que se resisten al cambio y que son esos poderes los únicos culpables de la inoperancia y corrupción de este gobierno y del deterioro social que enfrentamos.

Así, el señor de Palacio ha sabido construirse un teflón, que hace que ningún ataque lo debilite. Por el contrario, ese teflón, nos ha arrinconado al punto de pensar que cualquier freno institucional que queramos legítimamente imponer a sus excesos autócratas, terminaría haciendo que arrecie el siguiente ataque, entonces que mejor “se lleve este punto”.

El petrismo como cualquier movimiento de la izquierda radical, no solo huele nuestro temor y sabe de la cobardía que, en términos generales, ha caracterizado a los demócratas. También, por experiencia conoce -porque además ya las aprovechó sin ningún tipo de consecuencia jurídica-, las grietas profundas que resquebrajan la democracia popular colombiana y que le dan oxígeno a su modelo.

Según datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil y de la Misión de Observación Electoral (MOE), en Colombia el promedio de abstención de los últimos certámenes electorales asciende al 47%. Esta cifra está bastante por encima de otros países de la región como México (39%), Argentina (26%), Perú (27%), Brasil (20%) y Chile (15%). Así mismo, y según una encuesta realizada por el Barómetro de las Américas, el 10% de los colombianos consideraría aceptar un beneficio a cambio de su voto o sea, estaría dispuesto a venderlo; y el 6%, admite ya haberlo vendido en algún momento de su vida.

A esos datos súmele que, según el índice de Democracia 2024 de The Economist Intelligence Unit, este año nuestro país alcanzó su puntuación más baja en cultura política que, en una escala de 0 a 1, nos califica en 3,13. Estos números reflejan un debilitamiento de los valores democráticos, propensión a los liderazgos autoritarios y menor confianza en las Instituciones. (Como dato curioso, para el último año de mandato de Álvaro Uribe Vélez, esta calificación era de 6,35, y para 2018 de 4,38 lo que da cuenta de una caída vertiginosa en la afección ciudadana hacia la democracia que se deteriora, casi que por completo, en el Gobierno del Pacto)

Lo cierto del caso es que contrario a lo que todos pensaríamos, estas cifras no preocupan a Gustavo Petro ni a sus esbirros, si no que por el contrario fortalecen su modelo perverso y lo acercan a su objetivo. Esto hace que nunca como hoy haya sido necesaria una sensibilización democrática enérgica, una resistencia liberal contundente, una aplicación estricta y sin vacilaciones de la ley penal y electoral, y un activismo cultural comprometido que logre contrarrestar el juego de arrinconamiento al que el modelo petrista nos está llevando. Tal y como lo dijo Enrique Gómez en nuestro más reciente podcast en LibreMente, en cualquier circunstancia la mentira y la victimización se van a mantener, de ahí que no podamos permitirnos caer en el apaciguamiento con Petro ni con el Pacto Histórico. Hay que mantener el escenario confrontacional y motivarnos a decirle de forma contundente que NO. Ese contexto es el que ellos no se esperan y el que no saben manejar.

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