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“Verónica Alcocer está separada de mi hace años”. Literal, sin la tilde en “mi”, reveló el propio presidente Gustavo Petro, lo que era vox populi en muchos sectores políticos y mediáticos desde hace un buen tiempo. El 11 de agosto de 2012 el alcalde Petro fue atendido en una clínica por un hematoma subdural en su cabeza y reapareció en público con una boina; la literatura médica dice que ese hematoma es por un traumatismo craneal tras un golpe fuerte.
Fuentes médicas y personales que consulté un par de años después me revelaron que era cierto el rumor: que el golpe había sido de Verónica Alcocer con el tacón fino de un zapato, en una aguda discusión tras descubrirlo en actividades extraconyugales. Ni él ni ella han hablado del tema alguna vez.
Mientras en la campaña presidencial de 2018 la sucreña Verónica Alcocer fue casi anónima, en la de 2022 se convirtió de la noche a la mañana no solo en protagonista publicitaria con un sorprendente look copiando a Claire Underwood (House of Cards) sino también en la expresión de un enorme poder político y burocrático. Llegó arrasando de la mano de dos habilísimos y oscuros catalanes, uno de ellos con pasado judicial de terrorista, y su gran amiga Eva Ferrer Galcerán, a quienes su esposo les dio nacionalidad exprés y ubicó en cargos de altos ingresos e influencias.
Pero las dudas sobre su real relación se hicieron visibles a comienzos de julio de 2024, cuando se filtraron un video y fotos del Presidente caminando por calles de Panamá, tomado de la mano con una mujer que no era Verónica; él escribió un trino rechazando los mensajes transfóbicos sobre el episodio, pero nunca negó que el video fuera real ni que esa persona a su lado no fuera su esposa. A raíz de esto, en derecho de petición le envié al Presidente siete preguntas, no sobre su vida íntima sino para que despejara dudas jurídicas e institucionales que se generaban. Pregunté si la persona que le acompañó era servidora pública o contratista oficial; si ella había viajado en el avión presidencial de Colombia ese día u otros, si se había hospedado con él o aparte en hoteles pagados con recursos oficiales y si tenía un esquema seguridad.
Y le planteé que, al aparecer con alguien que no era su esposa, ¿esto indica “que hay alguna variación en su relación conyugal desde el punto de vista civil? Si bien el hecho concreto de quién es o sea su pareja de vida corresponde estrictamente a su ámbito privado, deja de serlo en la medida en que esa pareja recibe diversos beneficios” pagados con recursos públicos. E indagué si la seguridad presidencial estaba al tanto de que estaban siendo grabados o seguidos por cámaras de video o teléfonos.
Me contestó el jefe de prensa diciendo que ellos no tomaban “postura sobre asuntos personales” y se negaron a responder en dos ocasiones.
Ha dicho la Corte Suprema en reiterada jurisprudencia que “la sociedad conyugal queda disuelta cuando se presenta una separación de hecho por dos o más años”.
