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Formas de lavarse las manos. Pequeñas cosas como estas, de Tim Mielants

hace 7 horas
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  • Formas de lavarse las manos. Pequeñas cosas como estas, de Tim Mielants
  • Formas de lavarse las manos. Pequeñas cosas como estas, de Tim Mielants

Cuando pensamos en ese raro subgénero cinematográfico que son las películas de Semana Santa, generalmente recordamos títulos donde la gente camina en sandalias, viste túnicas y usa barbas largas, incluso con la actualización que implica contar esas historias bíblicas que todos conocemos en animación 3D. Sin embargo, si vemos al catolicismo como aquella religión cuyo líder original decía que había que dejar que los niños se acercaran a él, tal vez podamos decir que Pequeñas cosas como éstas, a pesar de señalar las crueldades que una orden religiosa cometió durante décadas en Irlanda, es la película más profundamente católica que nos deja esta cartelera de Semana Santa del año del Señor de 2025, con lo bueno y lo malo que eso implica.

Lo mejor entre todo lo bueno probablemente sea lo que es capaz de transmitir la mirada de Cillian Murphy. Tal vez porque de su esposa fue la idea de adaptar la novela de Claire Keegan, su personaje, el repartidor de carbón Bill Furlong, está interpretado por él con una intensidad que es capaz de conmover hasta con los movimientos que utiliza para lavarse las manos tiznadas hasta las uñas. Murphy nos presenta a un hombre que es un padre feliz, un patrono honrado y justo y un hombre que pasa por la crisis de la mediana edad recordando los privilegios que le han permitido tener una vida más o menos tranquila a pesar de ciertos hechos que conoceremos a través de flashbacks de su infancia. Es en su desespero silencioso, en esa sensación de que debería hacer algo frente a las injusticias de las que es testigo (unos niños hambrientos que buscan comida por las estrechas callecitas de su pueblo, una jovencita que es ingresada a la fuerza en la “lavandería de la Magdalena” local) donde los espectadores actuales nos conectamos con él: ¿qué es el mundo de hoy sino ese lugar donde a diario debemos elegir la desgracia ante la que nos sentimos impotentes?

Lo peor entre todo la malo sea tal vez esa excesiva simplificación de los personajes secundarios que la película propone, demasiado concentrada en la vida de Furlong para intentar profundidades narrativas y honduras sicológicas en otros. Nada sabremos de las perfectas y buenas hijas del carbonero, ni de las horrendas y crueles hermanas de la congregación; aunque hay que elogiar también el trabajo de Emily Watson como la madre superiora, en la mejor escena de la película, un diálogo que es una amenaza que envidiaría cualquier capo mafioso

El mismo mal aqueja a la secuencia en que se resuelve el conflicto principal de la película: cuesta creer que los vecinos del pueblo dejen tan solo en su caminata a Furlong, a pesar de que uno entienda que el director, Tim Mielants, quería decirnos que todos los que ayudan a alguien llevan su cruz a cuestas y asumen un viacrucis en el que la humanidad los ha abandonado. Como ocurre con la Semana Santa, depende de nuestra fe el que hallemos verdadero sentido a lo que vemos y a un acto tan simple y cotidiano como lavarnos las manos.

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