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¿Qué hay detrás de los trinos del Presidente?

hace 2 horas
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  • ¿Qué hay detrás de los trinos del Presidente?

El presidente Gustavo Petro tuvo, el pasado martes, una jornada memorable. Pero no por una obra, una gran reforma o un avance histórico en la lucha contra la pobreza. No. El hito es digital: 75 trinos en un solo día. ¡Setenta y cinco!.

Una maratón de autoexpresión que, sin temor a equivocarnos, podemos decir que hace palidecer a Epa Colombia o a cualquier otro connotado ‘influencer’.

Tuvo que ver, tal vez, su estado de ánimo. Recordemos que el viernes 24 de octubre, Estados Unidos le dio un garrotazo a Petro con la Lista Clinton. El domingo 26, en la consulta popular del Pacto Histórico, su movimiento logró salvar la cara con 2,7 millones de votos, pero estuvo lejos de la meta de 5 millones. Y el martes 28, tras tanta adversidad acumulada, Petro tuvo un momento de gloria cuando se sintió como un “príncipe” en su viaje al Reino de Arabia Saudita.

Así lo escribió: “Que se sienta grande Colombia. Tratan como príncipe al presidente y como princesa a Colombia”. La vida que tanto le ha sido adversa en los titulares al fin le ofreció un espejo mágico y él se miró satisfecho. Fue en ese momento cuando se dedicó a darle con toda a X. El número de trinos de ese día sugiere que entró en una suerte de éxtasis.

No hay problema en que un gobernante se emocione en un viaje diplomático: lo preocupante es que confunda la cortesía de una recepción oficial con su propia redención y la de su gobierno.

En otro trino escribió: “Puedo decir que el pueblo árabe me ama”. Y en otro: “En lengua persa se edita un millón de ejemplares de la historia de mi vida”. Esos mensajes grandilocuentes, cuya veracidad es difícil de comprobar, le debieron ayudar, en Riiad, a levantar el ánimo que se llevó caído desde Colombia.

Petro, extasiado, no ahorró elogios y aprovechó para chicanear: “Me han invitado a cenar, con los mayores inversionistas del mundo, hay un lugar de descanso muy parecido a La Alhambra”. ¿Qué tal la contradicción? Completamente descrestado con eso mismo que desprecia en Colombia: nuestros empresarios y los recursos que produce el petróleo.

La cifra de 75 mensajes, más allá de lo anecdótico, plantea una pregunta que toca el corazón de la función pública: ¿a qué horas trabaja el Presidente, y de qué modo puede dirigir un país si dedica tanto tiempo —o al menos así lo parece— a trinar?

En un gobierno serio, las redes son una herramienta, no una obsesión. El exceso de mensajes refleja una prioridad equivocada: la atención del mandatario se dedica a los “likes” y las respuestas, mientras temas de fondo —salud, seguridad, finanzas— se quedan en visto. Por no hablar del efecto diplomático de cada frase en X que Petro convierte en política exterior improvisada. ¿Quién revisa estos mensajes? ¿La Cancillería o son arrebatos del propio mandatario?

Lo cierto es que allí, en ese reino virtual, Gustavo Petro se siente más cómodo que en la vida real.

Se podría hacer un paralelo interesante entre lo que significa X para Petro y el impacto de un videojuego llamado GTA, que ha sido estudiado por expertos, en algunos jóvenes. En GTA el jugador se convierte en todopoderoso: puede tener los carros más lujosos, conquistar las mujeres más deseadas y cometer todo tipo de tropelías sin castigo alguno.

Psicólogos advierten que esa simulación de poder y libertad total puede volverse adictiva porque les permite a jóvenes “ser alguien” y vivir sin consecuencias morales ni legales, lo que no ocurre en la vida real. Incluso, el investigador Douglas Gentile, de la Universidad de Iowa, dice que “crea un ciclo de recompensa inmediata” que refuerza conductas de escape y puede generar desconexión emocional del mundo real.

Gustavo Petro parece haber encontrado en la red X un refugio parecido: un espacio en el que a su gobierno “le va bien” y él puede ser guerrero milenario, best seller en árabe, redentor del Caribe o salvador de la humanidad. Cada trino le permite alejarse de la dura realidad de su gobierno, donde las reformas se hunden, termina aliado con lo peor de la clase política y los resultados no aparecen.

En vez de enfrentar los problemas reales del país, se dedica a crear una narrativa heroica en X: “Nuestra estrategia antinarcotraficante es la más eficaz del mundo y en su historia”, escribió, por ejemplo, mientras las cifras y los territorios cuentan una historia cada vez más grave.

Y el clímax llegó con una frase dirigida a Estados Unidos, ese mismo martes: “El pueblo colombiano cada vez que es agredido, se va en masa a las montañas y se arma y sus guerreros son invisibles. No lo intenten, es lo único que aconsejo, porque soy hijo legítimo de mi pueblo, guerrero milenario con ancestro romano que estuvo en Palestina”.

En ese momento, el país comprendió que tenemos por presidente un personaje mitológico, que amenaza a Estados Unidos desde su condición de “guerrero milenario”, “romano” y que “estuvo en Palestina”, pero que es capaz de enfrentar los demonios del imperialismo armado con su cuenta de X y su autoconfianza.

En el fondo, el problema no es que Petro publique en las redes sociales. El problema es que mientras el Presidente se ensimisma con el teclado de su teléfono celular y la reconstrucción que hace de su historia, los problemas del país —la inseguridad, la crisis hospitalaria y el déficit fiscal— siguen aguardando un gobierno que los enfrente con datos, no con trinos.

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