Es casi una ley de la vida: uno puede intuir cuando comienza una historia, pero es muy difícil predecir cuál será su camino y en que instante llegará a su fin. Esa idea se ratifica luego de conversar con los hermanos Andrés y Mauricio Carmona Rivera, director y productor, respectivamente, del documental Estancia, que tendrá su función de estreno el 12 de junio a las seis y media de la tarde en el teatro del Museo de Arte Moderno de Medellín.
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Los hermanos Carmona Rivera llevan casi diez años tras la historia de los habitantes de una casa ubicada en el marco de la Plaza de Bolívar, conocida por albergar durante muchos años al restaurante Estancia. Este largometraje de corte documental comenzó siendo el trabajo de grado por el que Andrés optó al título de comunicador audiovisual de la Universidad de Antioquia. La inspiración para meterse en el proyecto de contar una de las casas tradicionales de Medellín la recibió durante los seis meses que estuvo en Buenos Aires, en un intercambio académico. En la capital argentina descubrió la relevancia social que tiene el patrimonio arquitectónico.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando, a los pocos días de iniciado el rodaje sobre el restaurante, Andrés y Mauricio descubrieron que el negocio gastronómico había cerrado sus puertas. En medio del desconcierto por quedar sin objetivo, encontraron la historia del inquilinato que funcionaba en los otros pisos de ese edificio. En ese tiempo, los realizadores cayeron en cuenta que la historia que les interesaba contar era la de los habitantes de la casa, de las formas en que la suerte de los individuos y los edificios se entretejen. Con esto claro, comenzaron el rodaje.
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Ahí florecieron las dos historias que se cuentan en la hora y veinte minutos de duración de la película. Por un lado, el triángulo amoroso entre Guillermo, Álvaro y Raúl, personas que vivieron al borde de la supervivencia, aferrados a la convivencia y al amor de otros tiempos. Y, en contraparte, apareció Javier, un tipo religioso, obsesionado con la limpieza y el orden, y que, además, conserva fotos de su época de misionero mormón y cartas de los amores que se quedaron en ascuas.
La casa fue desalojada poco después de que terminara el rodaje, lo que agrega un sentido de urgencia y relevancia a la película. Los directores lograron capturar la esencia de la vida de estos hombres y su conexión con la ciudad y la memoria.
Estancia es una película que invita a reflexionar sobre la masculinidad en la vejez, la memoria y la conexión con la ciudad y sus habitantes. Se trata de un testimonio de la importancia de preservar la memoria y la historia de las personas marginadas y de los espacios olvidados.