Francisco nació el 18 de marzo de 2022 en el Hospital Neonatal Ramón Carrillo de la ciudad de Córdoba, en Argentina. Era un bebé sano que nació por cesárea sin ninguna complicación. Horas después de ser recibido por sus padres se descompensó y lo llevaron a terapia intensiva. Murió.
Benjamín nació el 23 de abril del mismo año y en el mismo hospital, y solo vivió diez horas. Lo mismo le pasó a Ibrahim, un mes después, el 23 de mayo. Los tres neonatos, sanos, murieron en extrañas circunstancias que alertaron a las autoridades de lo que estaba sucediendo en el hospital neonatal público de Córdoba.
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Pero los fallecimientos de bebés no terminaron ahí. Un mes después, otros dos menores murieron en iguales circunstancias. El patrón alertó aun más al personal médico y directivo del hospital, que envió a análisis un lote de vitamina K, que había sido suministrado a los tres primeros bebés, para determinar si tenía alguna contaminación, pero no hallaron nada extraño.
Tras las denuncias de varios médicos pediatras de la institución, las autoridades ordenaron una serie de autopsias a los recién nacidos y los resultados sorprendieron por su coincidencia: paro cardíaco por hiperpotasemia (exceso de potasio en sangre), lo extraño es que no encontraron el suministro de algún medicamento en los informes entonces comenzaron a sospechar que alguien, al interior del hospital, les había administrado dosis letales de potasio, intencionalmente, a los niños. Niños sin ninguna complicación de salud al momento de nacer.
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Las investigaciones avanzaron y los testimonios de las familias ayudaron a reconocer un nuevo patrón en común: una enfermera, identificada como Brenda Agüero, había separado a los bebés de sus madres con diferentes excusas y, después de eso, los recién nacidos habían sido reportados como muertos.
Agüero se convirtió en la principal sospechosa de la muerte de los menores y mientras avanzaba el caso, se empezaron a conocer detalles de cómo la mujer acabó con la vida de sus pequeñas víctimas. Mientras tanto, la mujer permaneció presa, hasta el día del juicio, que se llevó a cabo esta semana ante las familias de los niños, que pedían justicia.
El juicio y la condena contra la enfermera Brenda Agüero
Durante el juicio, indicó el diario El País de España, el fiscal del caso, Raúl Garzón, detalló que “la enfermera tenía práctica en la colocación de inyecciones y acceso a medicamentos y bebés. Se los llevaba con alguna excusa y les inoculaba las sustancias nocivas que les provocaban la muerte”.
El fiscal resaltó que no se trató de un error humano, sino de una serie de “ataques deliberados y cuidadosamente ejecutados”.
Agüero se había declarado inocente, pero el jurado del caso la halló culpable de cinco homicidios y de ocho intentos de homicidio –niños que sobrevivieron, pero tienen secuelas–, y la condenó a cadena perpetua. A la mujer, de 30 años, no se le vio ni un atisbo de arrepentimiento frente al dolor de las familias en el juzgado. Pagará su condena en la cárcel de Bouwer, a las afueras de Córdoba.
Por este caso también fueron condenados Pablo Carvajal, exsubsecretario de Salud provincial; Liliana Asís, exdirectora del hospital; Alejandro Escudero Salama, exsubdirector administrativo; Marta Gómez Flores, exjefa de Neonatología; y Adriana Moralez, médica por delitos como omisión de deberes de funcionario público, encubrimiento y falsedad ideológica reiterada. Pagarán penas de entre cuatro y cinco años de prisión y quedaron inhabilitados para ejercer cargos públicos.