La Alcaldía de Medellín se embarcó en uno de sus proyectos de infraestructura más ambiciosos de los últimos años. El pasado miércoles, el alcalde Federico Gutiérrez presentó el proyecto del Gran Parque Medellín, una gigantesca intervención de espacio público con la que se convertirán los alrededores del aeropuerto Olaya Herrera en uno de los complejos deportivos y recreativos más modernos del país.
Las cifras del proyecto hablan por sí solas. Una inversión de por lo menos $195.000 millones para construir y ampliar circuitos de trote y ciclismo, una intervención integral a la pista de BMX Mariana Pajón, cuatro piscinas —dos olímpicas y dos semiolímpicas— y, la joya de la corona, una gran piscina de olas con toboganes que se asemeja al mar y que estará dotada de una playa artificial, en un complejo con el que se busca no solo impulsar la práctica de deportes náuticos, sino la recreación en general.
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“A nosotros nada nos queda grande como ciudad y le vamos a dar una noticia muy buena a toda nuestra gente. Han dicho que lo único que le falta a Medellín es mar y playa. Pues vamos a construir el Mar Medellín, para la gente. Vamos a volver este espacio, que es lo que se ha conocido tradicionalmente como el Juan Pablo II, en un referente a nivel mundial para el deporte y el esparcimiento ciudadano: el Gran Parque Medellín”, expresó el alcalde Federico Gutiérrez durante la presentación del proyecto.
Desde la construcción de Parques del Río, la ciudad no se embarcaba en una obra de espacio público de esa envergadura. Tal como ocurrió hace 10 años, el proyecto desató un debate entre urbanistas, unos que han cerrado filas frente a la pertinencia de la inversión y su impacto positivo para la ciudad, y otros que han cuestionado que se destinen casi $200.000 millones en un espacio de este tipo, sobre todo si ponen sobre la mesa otros problemas urgentes que tiene la ciudad y que demandan cuantiosas inversiones.
Según explicó la Alcaldía durante la presentación del proyecto, la transformación arquitectónica que se iniciará en el aeroparque Juan Pablo II busca integrar en un solo gran parque varios espacios con potencial en esa zona, en los que ya se practican disciplinas deportivas y a los que la ciudadanía va a recrearse.
Uno de los principales objetivos del complejo es impulsar la práctica de varios deportes, como natación, aquaeróbicos, waterpolo, nado sincronizado, buceo, rugby subacuático, hockey subacuático, kayak, remo, vela (botes pequeños) y yoga sobre el agua, entre otros.
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Además del llamado “mar”, que consiste en una piscina de olas con un área intervenida de 12.000 metros cuadrados, el Distrito señaló que en el nuevo parque se incrementará de forma ostensible el espacio para los ciudadanos que acuden allí a practicar atletismo y ciclismo, ampliando dos circuitos que ya existen de 1,5 a 3 kilómetros cada uno.
La meta es que todo el complejo permita aumentar la oferta deportiva de 26 a 39 disciplinas, así como generar un espacio de recreación no solo para la ciudad, sino también para el turismo. En los planos hay contemplados 2 kilómetros de senderos peatonales, 1,6 kilómetros de circuitos internos de trote y un área de más de 81.000 metros cuadrados de espacio público que serán intervenidos.
Junto a la pista de BMX, la inversión también incluye una intervención integral de la Unidad Deportiva María Luisa Calle.
La obra no solo fue una sorpresa por su magnitud, sino por no estar incluida dentro de los proyectos estratégicos que la Alcaldía ya había presentado a la opinión pública al comienzo del cuatrienio, ni durante la discusión del plan de desarrollo.
Este es por ejemplo uno de los puntos en los que urbanistas como Felipe Vélez Roa, exdirector de Planeación de Medellín en 2016, consideró que el proyecto se podría haber armonizado con otras necesidades.
“Ese aeroparque necesita una renovación, pero creo que deja preguntas. ¿Estamos haciendo un parque con las mismas especificaciones del Parque de las Aguas? ¿Es pertinente? ¿Esta ciudad necesita un centro de triatlón? No se trata de pensar que tenemos muchas cosas qué resolver y renunciar a las grandes obras. Creo que Medellín debería pensar en una gran obra de ciudad, pero de las que están pendientes”, sostuvo Vélez, argumentando que además de fortalecer el deporte y la recreación, la ciudad también tiene obras aún sin hacer para fortalecer el transporte público, mejorar la movilidad, la calidad del aire, descontaminar el río Medellín o saldar el déficit de vivienda y la necesidad de densificar el centro.
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Una lectura similar realizó el también urbanista y exgerente de Gestión Urbana e Inmobiliaria de la EDU Carlos Alberto Montoya Correa, quien argumentó por su cuenta que Medellín tiene un importante rezago en labores como la recuperación integral de los retiros de quebradas e intervenir los asentamientos en zonas de alto riesgo, tareas que también demandan cuantiosos recursos.
“En mi opinión y luego de que la ciudad fuera golpeada por sus cuatro costados por avalanchas y deslizamientos no solamente en los barrios altos sino también en sectores de media ladera y hasta en el corredor central del río, muchos esperábamos una reacción más adecuada por parte de las instituciones con responsabilidades en el ordenamiento del territorio y del sector habitacional”, dijo.
“Que a Medellín solo le falta mar y playa es una tesis equivocada que además desconoce las enormes desigualdades que dibujan nuestro paisaje empinado con cientos de quebradas y miles de viviendas y vecindarios encajonados entre sus retiros, todavía con dificultades de saneamiento básico, carencia de agua potable y sobre todo, de estabilidad y legalización de las viviendas autoconstruidas”, agregó.
No obstante, otros urbanistas también defendieron la pertinencia del proyecto, como el exdirector de Planeación César Hernández, quien señaló que este es un debate que debe darse, pero que tampoco es nuevo.
“Yo creo que la discusión que se viene dando la han tenido varios proyectos en la ciudad, en un debate de costo-beneficio y pertinencia, por ejemplo cuando se formuló el cable a Arví y el mismo parque Arví, cuando se formuló el proyecto de las escaleras eléctricas de la Comuna 13, también lo vivió la primera etapa de Parques del Río y hoy con este espacio del aeroparque”, planteó.
“Yo le veo de bondadoso que homologa y estandariza las diferentes intervenciones que se hicieron allí desde que llegó Metroparques en la década de 1990 hasta la última intervención que fue la pista de BMX. Cuando el proyecto unifica el espacio público es un punto a favor. También tiene a favor que es una modernización con innovación”, añadió, considerando también que gran parte de la controversia que ha suscitado el proyecto se ha centrado más en el marketing con el que se presentó —basado en la frase de que a Medellín lo único que le faltaría es playa—, que en el fondo mismo de la iniciativa.
Más allá de estas discusiones, lo cierto es que las obras del Gran Parque Medellín ya arrancaron. De acuerdo con los cálculos que tiene la Alcaldía de Medellín, este año los dos primeros escenarios que estarán listos son la Unidad Deportiva María Luisa Calle y la Pista Mariana Pajón. Se espera que los demás componentes se vayan entregando gradualmente en un horizonte de tiempo hasta el 2027.