Pico y Placa Medellín
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Ingeniero y economista con doctorado en Ingeniería, y doctorando en Historia Empresarial en la Universidad Autónoma de Barcelona. Director de ECSIM y profesor en varias universidades, ha liderado proyectos nacionales e internacionales —públicos y privados— sobre innovación, desarrollo económico y sostenibilidad. Para él, referente en pensamiento empresarial y prospectiva territorial, las ciudades nacen en lo local, pero su destino es el mundo. Solo al abrirse y conectarse logran desplegar su verdadero potencial y construir bienestar duradero.
Por Diego Fernando Gómez - opinion@elcolombiano.com.co
El reto fundamental de las sociedades, desde su origen, es brindar bienestar, medios de vida, espacio de realización. El estado de pobreza es el fallo del proyecto social. Implica, en términos de Amartya Sen, una limitación para el desarrollo pleno de las personas y su libertad. La medición de esta situación es con la pobreza monetaria queda da cuenta de esta, en términos de acceso al bienestar.
Otra aproximación, la pobreza multimedial, mide la dotación general de servicios que se provee desde la sociedad: educación, salud, servicios públicos, seguridad ciudadana. Visto de manera propositiva, sirve para mostrar los efectos integrales de un buen arreglo institucional. De manera más crítica, sirve para justificar el estado de bienestar que los europeos asumen es su gran aporte a la civilización.
Para efectos de reconocer la condición efectiva de la familia, es fundamental el indicador de pobreza monetaria. La pobreza evidencia un estado de imposibilidad de generar el bienestar requerido. El asunto de fondo está en acompañar el proceso en que los individuos y sus familias para superar sus limitaciones y se puedan integrar plenamente a la sociedad. Atender la pobreza y tratar de solucionarla con asistencialismo aplaza la solución y profundiza el problema.
Los estudios sobre pobreza que está realizando ECSIM evidencian que el núcleo se encuentra en estos grupos de familias: primero, las que se componen de cabeza de hogar mujer; buena parte de ellas tuvo un embarazo adolescente; segundo, familias desplazadas con jefes de hogar con formación incompleta. Estas familias están en desempleo en niveles del 40% y el empleo que logran conseguir es informal en más del 90%.
Esta situación requiere un esfuerzo afirmativo de la sociedad para crear empleo incluyente, capaz de asimilar las condiciones sociales y convertirse en un proceso constructor de capacidades individuales y capital social. Irónicamente, un limitante es la rigidez del régimen laboral actual.
Medellín ha avanzado; no obstante, tiene la mitad de la tarea pendiente. Con la metodología previa del DANE, pasó del 36,5% al 13,95% en 2018. Con la nueva medición pasamos del 25,2% en 2018 al 19,4% en 2024. Mejoramos, pero falta una gran tarea desde la sociedad.
Lo que nos sirve de parámetro es que, durante el gobierno más malo, corrupto e irresponsable, que no atendió a la población y se robó la plata, se dio la reducción más importante de la pobreza luego de que este estuvo estancado e incluso subió en el periodo de 2016 a 2029.
La enseñanza es que la pobreza no baja por el asistencialismo de los gobiernos, baja por la construcción social que se da desde su misma gente con su capacidad de aprender, emprender e innovar. La tarea es generar empleo de inclusión social. Es el momento de hacerlo cuando tenemos el menor desempleo en las últimas seis décadas.
Ingeniero y economista con doctorado en Ingeniería, y doctorando en Historia Empresarial en la Universidad Autónoma de Barcelona. Director de ECSIM y profesor en varias universidades, ha liderado proyectos nacionales e internacionales —públicos y privados— sobre innovación, desarrollo económico y sostenibilidad. Para él, referente en pensamiento empresarial y prospectiva territorial, las ciudades nacen en lo local, pero su destino es el mundo. Solo al abrirse y conectarse logran desplegar su verdadero potencial y construir bienestar duradero.