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Por alejo vargas velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
El anuncio y la posterior suspensión por noventa días de los aranceles por Donald Trump, con excepción de China, dio inicio a una nueva guerra mundial, pero no exclusiva ni prioritariamente militar, sino económica, lo que algunos han denominado la ‘guerra de los aranceles’, que seguramente tendrá una corta duración, por cuanto los costos globales para el capitalismo serían casi un suicidio colectivo. Recordemos que casi todos los países han dicho estar dispuestos a negociar, incluso la misma China como lo ha dicho su máximo líder –aunque tendrá una posición dura y un costo alto para los norteamericanos–. Para varios especialistas económicos la suspensión de los aranceles no fue propiamente una presión de las bolsas de valores –de Wall Street-, aunque algo de eso puede haber existido, sino de la cotización de los bonos del Tesoro Americano, que estaban empezando a tener dificultades en los mercados y que son la base de las finanzas norteamericanas actuales. Pero igualmente, también es importante dejar de lado la idea de que eso son propuestas exclusivas del Presidente Trump, como si fuera una ‘guerra personalizada’ olvidando que la amplia mayoría de los electores norteamericanos lo apoyaron, con unas propuestas, como la de los aranceles, expresadas por él y su equipo en la campaña.
El gobierno Trump ha restablecido una lógica de poder en las relaciones internacionales, basada en un enfoque asimétrico y unilateral. Pero una disociación entre Estados Unidos y Europa no parece realmente posible a corto plazo. Ahora bien, el apoyo europeo a Ucrania en el terreno ha sido posible gracias a decisión política y tecnología europea, como el sistema europeo de defensa aérea Samp-T, –un desarrollo del consorcio italo-francés Eurosam–, base importante de la industria europea de defensa y resultado de la activa colaboración entre Francia e Italia, capaz de equipararse y según algunos expertos superar incluso los sistemas Patriots estadounidenses. Por ello hemos dicho que la voluntad de la administración Trump de desvincularse de la defensa del continente europeo va a obligar –de hecho ya lo está logrando con decisiones como las de Alemania, Finlandia y otro países– a la Unión Europea a tomar decisiones de fortalecer su propia defensa, lo cual es saludable y necesario para Europa que vivió varios decenios bajo el paraguas protector norteamericano.
Volviendo a la guerra comercial, que como dijimos atrás ojalá no dure mucho, puede llegar a tener costos económicos para muchos países y sectores económicos –incluso llevando a la economía global a una recesión– y no hay duda que va a originar cambios en el modelo de globalización –ya no sólo con el centro de poder norteamericano, sino compartido esto con el centro de poder chino; recordemos que entre estas dos economías está cerca del 44% del PIB global, con Estados Unidos con alrededor del 25% y China con el 19%– y con cambios en el modelo liberal y multilateral que se consolidó pos segunda guerra mundial y sin que necesariamente el dólar siga siendo la única moneda de referente global.
Lo recomendable para las economías del denominado ‘Sur Global’ es mantener relaciones económicas con estos dos centros de poder global, sin alineamientos incondicionales con ninguno.