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Hidroituango: símbolo de la seguridad energética de Colombia

hace 8 horas
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  • Hidroituango: símbolo de la seguridad energética de Colombia

Por Mauricio Restrepo Gutiérrez - opinion@elcolombiano.com.co

Durante más de tres décadas, Colombia logró mantener encendida su red eléctrica sin sobresaltos mayores. Desde la crisis del 92 ese apagón que la memoria bautizó como “la hora Gaviria”, el país aprendió, o creyó haber aprendido, que la energía no se improvisa. El modelo que surgió de aquel episodio separó la técnica del clientelismo, instauró un marco regulatorio moderno y atrajo inversión privada bajo la promesa de reglas estables. Sin embargo, hoy ese pacto silencioso entre la confiabilidad y la credibilidad institucional comienza a erosionarse. La electricidad, que parecía garantizada por diseño, vuelve a estar amenazada por un cúmulo de señales adversas: rezagos en expansión e incertidumbre regulatoria.

La amenaza de un nuevo apagón no es una hipótesis remota. En ese escenario, terminar Hidroituango es una condición necesaria para mantener la estabilidad de la matriz eléctrica, la competitividad industrial y la confianza del país en sí mismo. Además, se trata del único proyecto hidroeléctrico de gran tamaño incluido en el Plan Indicativo de Expansión de la Generación 2023–2037 de la UPME.

Hidroituango, se erige como un activo estratégico para la seguridad energética y la gestión del riesgo de desastres. Ofrece energía firme, es decir, generación continua y confiable, incluso durante fenómenos climáticos como El Niño, cuando disminuyen los niveles de los embalses en otras regiones. Su papel es aún más relevante hoy, cuando varios proyectos planeados para entrar en operación no lo han hecho por falta de estímulos a la inversión, trámites demorados, deficiente planeación y la intermitencia de las energías renovables, que, aunque necesarias, no ofrecen la firmeza que el país requiere.

La energía firme es esencial para mantener la seguridad y la estabilidad del sistema eléctrico. Hidroituango con una capacidad de 2.400 megavatios, se convierte en la principal fuente de generación de energía firme del país. Su magnitud lo posiciona como un pilar estratégico de la matriz energética, al aportar cerca del 17 % de la demanda nacional y garantizar un suministro confiable incluso en épocas de sequía.

Además, reduce la dependencia de los combustibles fósiles y respalda la incorporación de fuentes renovables como la solar y la eólica, al ofrecer energía estable y de base. Así, se consolida como un proyecto esencial para el desarrollo sostenible, la transición energética y el crecimiento económico de Colombia.

El proyecto también impulsa el desarrollo de infraestructura, genera empleo, dinamiza la economía regional y aporta ingresos al Estado mediante regalías y transferencias. Hidroituango ha sobrevivido a crisis, emergencias y litigios, convirtiéndose en una lección institucional y en símbolo de la ingeniería nacional.

Terminarlo no es solo cumplir un cronograma: es sostener una promesa nacional, la de un país capaz de aprender de su historia y confiar en su rigor técnico. Porque la energía, en su sentido más literal y simbólico, es el tejido que mantiene conectada a Colombia. Que la “hora Gaviria” siga siendo una advertencia del pasado, y no una profecía del futuro.

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