Pico y Placa Medellín
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Desde hace un mes llevo haciendo un ejercicio que me tiene muy ineficiente en la definición de ineficiencia de hoy porque se me acumulan los emails y no respondo los wasaps.
Por Juliana Restrepo Cadavid - JuntasSomosMasMed@gmail.com
Desde hace un par de años, después de oír un podcast que nunca pude volver a encontrar, los viernes miro mi agenda de la semana que sigue y la disecciono en colores que significan cosas: amarillo personal/familia/deporte, azul tiempo para pensar sola, morado reuniones que yo necesito, rosado reuniones que otros proponen, verde reuniones que requieren alta preparación. Eso me permite analizar si estoy gastando mi tiempo como quiero y a sentir algo de control sobre mis días. Coloreo, delego, rechazo, cambio o a veces simplemente asumo que tengo una semana que no decidí.
En las reuniones usualmente tomo nota en una libreta. Pongo la fecha o un número a la derecha arriba y a veces hago una rayita a ¾ de la hoja para anotar cosas que se me ocurren. El año pasado solía llegar a las reuniones y abrir la libreta, al tiempo que sacaba y conectaba el computador y el celular. Cada que mi cerebro se quería distraer o se aburría del ritmo, recurría a una de las señales de afuera. Leía un wasap que me hacía responder un email o anotar algo, abría un wasap con un audio que se quedaba sin oír, me metía al chat de la clase de mis hijos en el que decían algo de una convivencia y entonces escribía un email a mi esposo para que imprimiera la circular. Anotaba en los ¾ de mi agenda, responder X, responder Y, hacer Z. Hacía clic en mi app de tareas, empezaba a escribir en un archivo y cuando me daba cuenta habían pasado 7 minutos desde que miré la primera señal. La sensación era de rapidez, de incompleto, de angustia, de muchos canales. Pero también, hablando de los colores de la agenda, era una sensación de calendario-rosado, de poca libertad: Los otros decidían que todo el tiempo dónde ponía mi atención.
Desde hace un mes llevo haciendo un ejercicio que me tiene muy ineficiente en la definición de ineficiencia de hoy porque se me acumulan los emails y no respondo los wasaps. Ahora me concentro de forma análoga en una sola voz y en una sola señal, soy una trabajadora con cuaderno. Mi mayor descubrimiento es que es una tarea demasiado aburrida. No se imaginan como es de lento el tiempo sin distracciones, la oralidad, la comunicación normalcita. Uno tiene tiempo de oír, de conversar con su voz mental y no sabe bien qué hacer. Recuerda los salones del colegio y la universidad en los que dibujaba, miraba y contaba las celosías, reteñía los cuadritos del cuaderno, practicaba firmar con la mano izquierda. Después de un mes de convivir con ese aburrimiento, tengo también la sensación de estar descubriendo algo. En los colores de mi agenda es un sentimiento azul-morado. Mis voces internas son más activas y dejan rebotar las ideas que cuentan. Soy más dueña, tengo más control. En la rayita que pongo a ¾ de mi hoja ya no hay tantos “responder” sino ideas: ideas de cosas que quiero escribir, ideas que surgen de lo que estoy oyendo, ideas que, malas o buenas, vienen de mí, no de los mil estímulos ajenos. Atender es, pues, les advierto, intensamente aburrido, pero de alguna forma también es creativo, descansado y fascinante.