x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Esperanza

hace 15 horas
bookmark
  • Esperanza
  • Esperanza

Por Lewis Acuña - www.lewisacuña.com

Me encontré con Esperancita en el ascensor y se puso a llorar cuando le pregunté por su hijo. Yo iba para el séptimo piso, ella también, pero se subió en el tercero. En una pregunta y 40 segundos que duró el recorrido, la culpa la quebró. Y eso que ella es una mujer recia y admirable, pero las apariencias y los recuerdos sí que traicionan.

Mamá a los 19. Madre soltera a los 23. Trabajadora incansable y comprometida desde siempre. No solo afrontó con rigurosidad el abandono emocional y económico de su pareja -padre de su único hijo-, sino el fallecimiento de su papá. Ella asumió la responsabilidad de dos hermanos menores, aún estudiantes, y de su mamá, alma de casa. Es bonito pensar que al escoger su nombre, señalarían su destino: Esperanza. Es lo que siempre ha sido, como siempre ha actuado. Es lo que le ha permitido seguir adelante, aun cuando ya son 16 años desde que la culpa apareció. No solo le habló, le dio un golpe contundente.

La culpa fue ese desgarro en su interior que sintió que al haberlo dado todo por el bienestar de todos a los que amaba, contradictoriamente, era una traición a lo que esperaba de ella misma. A la promesa de estar. Era madre, era hija, era hermana, pero el tiempo voló y no estuvo para disfrutarlo, para vivirlo.

Así estaba sentada en casa. Inmersa como siempre en un trabajo infinito. El que le permitía ser y le aniquilaba el estar. Algo le dijo su pequeño hijo y al levantar su mirada para responderle, era un joven de 16 años. Así. Sin más. En una revelación sin filtros, sin atenuantes, sin anestesia, fue consciente de que se había perdido la infancia de su bebé. De lo más hermoso que tenía en su existencia. Al que nunca le faltó nada, salvo ella. La vida a veces es justa y nos permite reparar, pero reparar no es sinónimo de recuperar. Ella lo sabe, ella lo vive. No hay forma de echar el tiempo atrás.

El problema con la culpa es que no solo duele, sino que desgasta. No castiga solo por lo que hiciste o dejaste de hacer, te tortura por haber creído que era lo correcto y actuar en consecuencia. Muchas veces quien más se exige es quien menos se perdona, pero hay algo que ella aún puede hacer: resignificar la culpa.

No fue ausencia por abandono. Fue entrega, fue convicción. En su corazón, cada esfuerzo fue una forma de amor. Esperancita no se fue, solo que estuvo de otra manera. En cada comida servida, en cada madrugada trabajando, en cada deuda pagada y en cada sacrificio. Duele, claro, porque el deseo de haber estado más tiempo no desaparecerá, pero tampoco lo hará su consciencia para decirle “estoy aquí” de otra manera, con otras formas, con otro ritmo, pero con el mismo amor de siempre. El que no llega tarde, el que siempre estuvo y estará cuando más lo necesite su hijo de 32 años, por el que le pregunté en el ascensor.

Sigue leyendo

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD