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Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

¡Qué cansancio!

hace 6 horas
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  • ¡Qué cansancio!
  • ¡Qué cansancio!

Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

Observo los malestares posmodernos, uno de ellos es el cansancio, el hastío que desespera o la repetición de situaciones que desconsuelan. Oímos que la gente se siente frustrada; un corredor común que nos proporcionó la psicología, en el que cabe el desaliento y las ganas de nada, el reconocimiento de lo infructuoso que es querer cambiar algo y lo banal de cambiarlo. Me gusta hacerle preguntas a la gente en cuanto a lo que siente y me inquieta ver el esfuerzo de muchos para nombrar una emoción o sentir, moviendo las manos, intentando desmenuzar lo que con palabras no phuede explicar. No tenemos lenguaje para las emociones. Aplica al amante urgente que no sabe nombrar su ansiedad y para quien en su día libre no sabe qué hacer y dice no hallarse. Una de las emociones difíciles de nombrar y explicar es la del cansancio- no la del cuerpo cansado, me refiero a la del cansancio posmoderno, de la mente y lo vivido. Ese que se asoma como si nada, con o sin sobre aviso. Cansarse es un síntoma, es una evidencia que hay que atender y no menospreciar, descrito por Byung-Chul Han (1959) en La sociedad del cansancio como la evidencia de “almas extenuadas”.

¡Nada me provoca!, ¡no tengo ganas de nada!, ¡estoy cansado de lo mismo!, ¡no encuentro un propósito!; deben ser despertadores que alerten sobre un suceso a prevenir, no es solo cansancio físico, a veces la mente, el alma y el espíritu se fatigan antes que las piernas, “acedia”: tristeza o angustia espiritual. Cansarse es un síntoma urgente de ser advertido incluso en otros, -no solo en el que está cansado. El cansancio exije detenerse para explicar lo sentido, reparando en los porqués y recobrar fuerzas. En mi investigación sobre los malestares posmodernos incluyo la apariencia, el imperativo de acertar y de ser infalibles, como malestares que terminan autoexigiéndonos, volviéndonos hombres laburo, de rendimiento, como lo dice Chul Han, reventándonos por cansancio (Síndrome de Burnout). El frenetismo canso, no en vano planteó Pier Paolo Pasolini (1922-1975): “Ante esta antropología del ganador, prefiero de lejos al que pierde”.

El que no descansa cansa, altera a su grupo, por ello el reconocimiento y atención de lo emocional debe ser llevado a la categoría de política pública. Sostengo que, ya que se privilegia la productividad, se procure y privilegie también el bienestar mental, que por ende conllevará a menores deserciones y paras en el sistema. Dice una canción que “hasta la belleza cansa”, los amantes también sucumben. Esta sociedad del afán, no gusta de las preguntas, dado lo sobrecogedor de las respuestas. Las cuestiones en cuanto a ¿qué es esto que estoy sintiendo?, ¿cuántas veces he sentido esto? y ¿cuánto tiempo se queda instalada esta sensación en mí?; son profilácticas. Preocupémonos por los tristes y los cansados, por la tristeza y el cansancio propio y ajeno y que cuando asome la fatiga, prefiramos una sombra para sentarnos y permitir que otro nos aliente..

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Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

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