En Quibdó, Tumaco y Buenaventura, un grupo de adolescentes prepara sus primeros proyectos de software. No son desarrolladores profesionales ni pertenecen a grandes compañías, pero piensan su futuro en código.
Son parte de Pacific Code, una iniciativa que la Escuela de Robótica del Chocó impulsa con el apoyo del Consejo de Empresas Americanas (CEA) para formar talento digital en territorios históricamente rezagados en conectividad y acceso a tecnología.
El programa reúne a cerca de 300 estudiantes de instituciones públicas del litoral en una experiencia que combina mentorías, retos de programación y acompañamiento de voluntarios del sector privado.
El formato, explica el director de la Escuela, Jimmy García, busca que los participantes “descubran en la tecnología una herramienta para transformar su futuro”. Detrás de esa visión hay una apuesta por integrar el aprendizaje con la vida cotidiana de los jóvenes, donde la creatividad, la lógica y la colaboración reemplazan la enseñanza memorística.
Durante varias semanas, los equipos se preparan a través de desafíos en la plataforma Scratch, un entorno visual diseñado para aprender a programar de manera intuitiva. Allí, los estudiantes construyen desde animaciones interactivas hasta simulaciones de problemas reales. “Scratch conecta con la forma en que las comunidades del Pacífico aprenden: mediante la práctica, la narración y la construcción colectiva”, explicó a EL COLOMBIANO Ricardo Triana, director ejecutivo del CEA Colombia.
El proceso culmina con la Maratón de Programación Pacific Code, un espacio donde los jóvenes presentan los proyectos que desarrollaron y compiten por distintos reconocimientos.
En cada edición, los mentores detectan nuevos talentos que luego ingresan a procesos de formación avanzada, bootcamps y programas de mentoría empresarial.
De la formación al empleo
El acompañamiento no termina al cierre de la maratón. Según Triana, después de cada edición se mantiene un seguimiento con asesorías virtuales, conexiones con bolsas de empleo y talleres enfocados en emprendimiento digital. “El impacto real se mide en el tiempo. Nuestro propósito es que estos jóvenes consoliden proyectos personales o comunitarios que mantengan vivo su interés por la tecnología y les permitan seguir desarrollando su talento digital”, afirma.
En versiones anteriores, los resultados ya son visibles. Jóvenes del Pacífico que iniciaron en la Escuela de Robótica se han vinculado a empresas tecnológicas, cursan estudios universitarios en ingeniería o lideran emprendimientos locales.
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Algunos casos, como el de Jhon Emerson Palacios, campeón de Hack the World 2023 y creador de un clon de Instagram, o el de Maximino Rentería, hoy desarrollador de software en Bogotá, muestran cómo el acceso a la educación digital puede abrir caminos laborales sostenibles sin abandonar el territorio.
El proyecto integra a docentes, instituciones locales y empresas aliadas para dejar capacidad instalada en las escuelas públicas. “La formación a formadores garantiza que el conocimiento permanezca y que la tecnología sea una herramienta para la equidad”, subraya Triana.
El programa también enfrenta desafíos logísticos: transporte, conectividad e infraestructura limitada en algunos municipios. Sin embargo, para sus impulsores, esas dificultades se convierten en oportunidades de innovación. La coordinación entre la Escuela de Robótica, las alcaldías locales y el sector privado demuestra que las alianzas estratégicas pueden traducirse en acceso al conocimiento.
Pensar en código, crear futuro
La visión de largo plazo es que Pacific Code se consolide como una plataforma permanente para el desarrollo del talento digital del Pacífico colombiano. Sus organizadores imaginan un ecosistema en el que la robótica, la programación y la innovación sean parte de la educación cotidiana, y donde los jóvenes se integren a la economía digital global sin perder su identidad cultural.
“Nos imaginamos un Pacífico donde la innovación y la educación digital sean pilares del progreso económico y social”, resume Triana.