Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Tristeza y desazón: el DIM perdió en casa y dejó ir la estrella; crónica de una ilusión desvanecida

Esta fue la cuarta final de Liga que el Medellín pierde en los últimos nueve años, cuando ganó su última estrella en 2016-1.

  • El DIM perdió 5 partidos en el Apertura. Solo recibió 17 goles en todo el campeonato y fue el cuadro con la valla menos vencida. FOTOcamilo suárez

    El DIM perdió 5 partidos en el Apertura. Solo recibió 17 goles en todo el campeonato y fue el cuadro con la valla menos vencida.

    FOTO

    camilo suárez

  • Tristeza y desazón: el DIM perdió en casa y dejó ir la estrella; crónica de una ilusión desvanecida
hace 1 hora
bookmark

“Otra vez lo mismo”, dijeron varios hinchas, con resignación, cuando el juez central del partido terminó la final de vuelta del Torneo Apertura, en la que Santa Fe venció 1-2 al DIM en el estadio Atanasio Girardot.

Hubo mucha frustración. Los aficionados esperaron hasta el último minuto del encuentro para ver si ocurría un milagro y el Medellín, dirigido por Alejandro Restrepo, lograba darle la vuelta al marcador.

No pasó. Las caras de desazón pronto se transformaron en rostros llenos de rabia cuando los hinchas antioqueños identificaron a algunos del cuadro bogotano que se infiltraron en el estadio. De la tribuna occidental, por ejmplo, los bajaron entre golpes hasta la gramilla del estadio para después sacarlos del escenario deportivo por el sector contiguo a sur.

También fueron violentos con personas de Antioquia que, aunque no tenían camisetas del cuadro rival, los aficionados asumieron que estaban colados, como una periodista de este diario a quien hubo que llevar hasta la sala de prensa de Acord y cerrar las puertas mientras el presidente de la entidad intentaba calmar los ánimos.

En medio de la tristeza y la frustración, los seguidores del DIM salieron del estadio mientras comentaban la inconformidad por la forma en que se enfrentó el partido y, sobre todo, por haber perdido una nueva final. Desde estas páginas hacemos un llamado a vivir el fútbol en paz para que, en medio de la amargura de la derrota, no se opaque la alegría que hubo desde la tarde en la ciudad.

La alegría del Atanasio

El olor a pólvora era penetrante. En algunos momentos insoportable. Por eso muchos hinchas se cubrieron la nariz, la boca, con las camisetas que tenían puestas como si fueran los pasamontañas que usan los “motonetos” cuando suben lugares fríos.

Sin embargo, en ningún momento bajaron los celulares. Las luces de los flashes, siempre en el aire, hicieron parte del tifo conmovedor que armaron los aficionados del Poderoso que decía: “El Equipo del Pueblo” y que construyeron, milimétricamente, con plásticos azules, rojos, blancos.

La tribuna oriental, que desde las dos de la tarde parecía un muro rojo en el que la gente saltaba, cantaba, movían banderas con una sincronía similar a la de los gimnasta rítmicos que compiten en los Juegos Olímpicos, tuvo todo el protagonismo en los primeros minutos del ingreso de los futbolistas a la cancha.

Lo primero que vieron los jugadores al salir, escalón a escalón desde el túnel de los camerinos fue un escudo gigante de la institución antioqueña en el centro de la gradería que está adelante de la Cancha Marte Uno y que, seguro, impactó sus retinas y quedará, por siempre, en los dispositivos móviles de los aficionados de occidental, que grabaron todo, mientras coreaban, con un fervor casi religioso, el “vamos, vamos Medellín, hoy te venimos a alentar, para ser campeón, hoy hay que ganar”, que iniciaba en norte, pero se extendía por todo el estadio.

Los futbolistas se pararon en la mitad de la cancha. Los más de 44.000 hinchas que llegaron al Atanasio también lo hicieron. Sonaba el himno de Colombia y, de repente, se dejó de ver la parte oriental del estadio. También el césped. Una nube de polvo rojo y azul que salió de la anilina que activaron en la tribuna Popular, así como en su opuesta, se encontraron para ser preludio de una fiesta que conmocionó.

¿Por qué? En medio del humero se empezaron a ver bengalas de color rojo que, con el paso de los minutos, se tomaron todo el estadio y parecían el infierno que describió Dante en La Divina Comedia: caliente, hostil, insufrible. Sobre todo para el equipo rival, que recibió gritos en contra desde que Daniel Torres, ExDIM, salió a la cancha descalzo para pisarla como parte del rito religioso que siempre hace, mientras habla con una pastora, para conquistar el terreno que pisan sus plantes, como dice en la Biblia.

A los jugadores del equipo bogotano también los hicieron sentir incómodos en el calentamiento. Sus preparadores físicos los llevaron al sector oriental y ahí los silbaron, les cantaron en contra, los hicieron sentir que el local era el Medellín, que estaban jugando en el Atanasio. La hostilidad del inicio duró casi diez minutos. Cuando la nube de anilina se estaba desdibujando, en el momento justo en que los aficionados gritaban el típico “yo soy rojo, hasta que me muera”, las bengalas se apagaban y Bismarks Santiago por fin pitaba el inicio del partido.

El DIM salió dominante, tratando de imponer condiciones. En los primeros minutos se acercó varias veces al arco de Andrés Mosquera Marmolejo, quien estuvo bien parado en los acercamientos del inicio, pero que no pudo hacer nada cuando Jherson Mosquera se metió por la banda derecha al área, recibió un balón de Homer Martínez, se lo centró al delantero argentino Francisco Fydriszewski y este, llegando desde atrás, atropellando, lo metió al arco.

En la celebración del gol pareció que el estadio se iba a caer. Las tribunas temblaban con la emoción de la gente. Fue tanta la alegría, la ilusión, que un aficionado en occidental lloró y gritó fuerte, como si se le fuera a salir el alma, mientras que los futbolistas aún seguían festejando en la cancha.

Sin embargo, el equipo dirigido por Alejandro Restrepo cometió un error. En lugar de seguir atacando, controlando el balón, se metió atrás, le entregó la pelota a su rival, que todo el semestre tuvo fama de ser un elenco al que le costó proponerles partidos a sus rivales.

Pero en Medellín no les ocurrió. Como dice el adagio popular: lo importante no es hacer las cosas bien siempre, sino aparecer en el momento indicado. Santa Fe tomó la pelota. La empezó a mover con peligro.

El DIM, que se partió en el medio campo, empezó a verse sometido por los bogotanos, que se hicieron con el dominio de la pelota y empezaron a acercarse al arco defendido por Washington Aguerre, mientras que sus volantes y extremos, como hizo varias veces Francisco Chaverra, lo único que hicieron fue tomar la pelota y meterse hacia el centro del campo, sin generar mucho peligro hacia el arco de Marmolejo.

Quienes sí lo hicieron fueron los bogotanos. En una jugada aislada, de cabeza, el futbolista Santiago Mosquera, que mide 1,74 metros, anotó el tanto del empate. Ese gol cayó como un baldado de agua fría a los hinchas del Poderoso, que amainaron su ánimo, dejaron de cantar.

En la cancha ocurrió lo mismo. Durante lo que restó del primer tiempo el Equipo del Pueblo no generó peligro. Por el contrario, se vio sometido por los bogotanos en algunos pasajes. Salvo Homer Martínez, quien luchó cada pelota que tuvo, los futbolistas del Medellín se mostraron desconectados.

Se pensó que el entretiempo sería un alivio para el elenco local. Pero el técnico no hizo cambios. Como mantuvo la plantilla con la que inició el duelo, la idea, el modelo que mostró Medellín no cambió mucho en la segunda parte.

Léider Berrío, de quien se esperaba mucho para esta final, estuvo desconectado. Diez minutos después de iniciada la parte complementaria, Restrepo realizó los cambios con los que buscó ganar el partido.

Entre ellos, estuvo el ingreso de Jaime Alvarado por Baldomero Perlaza, quien tampoco tuvo una buena final. El volante samario recuperó el control de la mitad de la cancha para los rojos, pero no logró que tuvieran peso en la zona ofensiva.

Mientras eso pasaba en la cancha, los hinchas, en las tribunas, no alentaban mucho. Pero empezaron a gritar cuando los rojos se acercaron, después de centros al área, a la portería de los bogotanos.

Ese ánimo los llevó a corear cánticos como el popular “el que no aliente al rojo, para qué (...) vino”, que sonaba cuando, después de un error en la mitad de la cancha y un desborde de Edward López, de Santa Fe, terminó con la anotación de Hugo Rodallega que sepultó la ilusión de que llegara la séptima estrella.

Después del tanto, los aficionados quedaron en un silencio incómodo, aunque intentaron alentar hasta el final, cuando Medellín mandó a todos sus futbolistas –incluyendo a Aguerre– a cabecear. Sin embargo esas opciones no dieron fruto. La hinchada roja salió, como en las últimas cuatros finales que jugó su equipo, con frustración y diciendo: “otra vez lo mismo”.

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Liga Betplay

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD