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Fact check: ni la ciencia ni los números acompañaron el discurso de Petro en la COP30, ¿electrificar a América?

En la apertura de la COP30 en Belém de Pará, Brasil,, Gustavo Petro habló del “fracaso” de las cumbres anteriores, de una red eléctrica continental y de 500.000 millones de dólares para descarbonizar América Latina.

  • El presidente Gustavo Petro en una de sus intervenciones. FOTO: PRESIDENCIA
    El presidente Gustavo Petro en una de sus intervenciones. FOTO: PRESIDENCIA
hace 3 horas
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El presidente Gustavo Petro inauguró la plenaria de la COP30 en Belém de Pará con un discurso que combinó diagnóstico, crítica y propuestas para enfrentar la crisis climática. En su intervención, centrada en la Amazonía y el papel de América Latina en la transición energética, el mandatario habló de un “fracaso global” en los esfuerzos por limitar el calentamiento planetario, cuestionó las prioridades de Europa y planteó un ambicioso plan de descarbonización financiado con medio billón de dólares.

Su discurso, sin embargo, también puso en evidencia las tensiones entre la urgencia climática y la realidad económica. La promesa de transformar la matriz energética del continente o de financiar medio billón de dólares en proyectos verdes luce aún lejana.

Las frases más recordadas —desde la advertencia de que el 1,5 °C “ya se alcanzó” hasta la propuesta de una red eléctrica “de la Patagonia a Alaska”— condensan ese doble movimiento: un llamado a la acción inmediata y una visión de futuro difícil de concretar.

“El 1,5 °C que no queríamos alcanzar se alcanzó”

Petro abrió su discurso con un diagnóstico de derrota. “Después de 29 COPS de discursos... estamos ante un fracaso”, afirmó. El presidente sostuvo que ese fracaso se mide científicamente: “El número 1,5 grados centígrados que no queríamos alcanzar se alcanzó”.

Contexto: A una década del Acuerdo de París, América Latina llega a la COP30 con una deuda climática pendiente

Y sí, esto se apoya en reportes de la Organización Meteorológica Mundial y del programa Copernicus, que confirmaron que 2024 fue el primer año en superar ese umbral de temperatura global. Sin embargo, los organismos aclaran que el límite de 1,5 °C del Acuerdo de París se mide a largo plazo, es decir, el mensaje apunta más a alertar sobre la tendencia que a anunciar un punto final.

Petro atribuyó el incumplimiento al “lobby de los intereses del petróleo, del carbón y del gas”, al que calificó de “codicia inmoral e inhumana”, ubicando así la responsabilidad del fracaso en los sectores extractivos.

“Economía descarbonizada = 500 000 millones de dólares para América Latina”

“El objetivo no puede ser otro que construir una economía descarbonizada, cero carbón, cero petróleo, cero gas”, sostuvo Petro, definiéndola como una “economía de la vida”. En su propuesta, “con 500.000 millones de dólares del mundo árabe, China, Europa o los Estados Unidos” América Latina podría generar “100 gigavatios anuales de energía limpia” y limpiar “el 100 % de la matriz energética de los Estados Unidos”.

El planteamiento resume la magnitud de su ambición, pero también su complejidad. No existe una hoja de ruta ni un mecanismo financiero global que permita movilizar una suma de esa escala hacia un solo bloque regional.

En un informe de Amnistía Internacional sobre la COP 30, recuerda que durante la COP29 los países de ingresos altos acordaron movilizar 300.000 millones de dólares anuales para apoyar a las naciones de menores ingresos en mitigación y adaptación climática, con una meta adicional de 1,3 billones de dólares al año para 2030.

Sin embargo, no existe una ruta clara ni compromisos firmes sobre la proporción entre fondos públicos y privados, y buena parte de ese dinero provendría de préstamos, lo que aumentaría la deuda de los países receptores.

El informe califica ese nivel de financiación como “irrisorio” frente a la magnitud de la crisis climática y advierte que el Fondo para Responder a Pérdidas y Daños (FRLD) sigue casi vacío: hasta mayo de 2025 solo había recibido compromisos por 768,4 millones de dólares. En ese contexto, la propuesta de Petro de movilizar 500.000 millones de dólares exclusivamente para América Latina resulta no solo ambiciosa sino desproporcionada frente a los mecanismos financieros existentes.

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Amnistía plantea alternativas para cubrir el déficit global —como gravar a las empresas de combustibles fósiles y grandes patrimonios o eliminar subsidios a los combustibles—, que podrían generar hasta tres billones de dólares anuales, pero incluso esas medidas requieren acuerdos políticos internacionales que hoy parecen lejanos.

“Europa se equivoca al invertir en armas; el enemigo no es Rusia, es la crisis climática”

En un tono geopolítico, Petro cuestionó las prioridades de los países europeos. “Es un error de Europa si invierte en más armas de acuerdo a su producto interno bruto”, dijo. “No es Rusia el enemigo, es la crisis climática el enemigo”, agregó, refiriéndose a la amenaza que enfrenta la humanidad.

El mandatario argumentó que el gasto militar es un “fetiche” que desvía recursos y atención del verdadero peligro existencial. Según la Agencia Europea de Defensa, el gasto en defensa de la Unión Europea ya supera el 2 % del PIB, en línea con los compromisos de la OTAN. Varios estudios han advertido que esta tendencia podría reducir los fondos para la transición energética, lo que da sustento a la crítica de Petro sobre el conflicto entre seguridad militar y seguridad climática.

80.000 hectáreas de coca que no tienen sustento

El presidente insiste en que Colombia es ejemplo de acción ambiental en la Amazonía. “Colombia lo está haciendo, sembrando selva en lugares donde antes existían 80.000 hectáreas de cultivos de hoja de coca que hoy están abandonados”, aseguró.

La frase se enmarca en su llamado a “salvar la selva amazónica, tercer pilar climático del mundo”, y en su advertencia de que si los Andes pierden su pie de monte, “Belém de Pará solo será un desierto”. Sin embargo, hay que recordar los informes de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en el que muestran que los cultivos de coca no se han reducido: en 2023 alcanzaron 253.000 hectáreas, la cifra más alta desde que hay registro. A esto se el suma que, según una actualización presentada por el mismo Petro, al cierre de 2024, el país registró 262.000 hectáreas de coca, un aumento del 3 % frente a 2023.

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Además, fuentes de inteligencia citadas por Cambio advierten que resulta poco creíble hablar de “cultivos abandonados”, pues los narcotraficantes suelen pagar por adelantado a los campesinos, y estos no los dejan sin producir. El concepto de “abandono” —según los expertos— solo describe comparativamente las áreas donde antes había coca y ahora no, pero no implica un cambio real de uso del suelo. Para que un cultivo sea considerado verdaderamente abandonado, debe haber un reemplazo total por vegetación natural o nuevos usos agrícolas.

“Una red eléctrica de la Patagonia a Alaska”

Petro propuso la infraestructura que permitiría concretar su plan de descarbonización continental: “Construir una red moderna, homologada e inteligente de cables de energía eléctrica que vayan desde la Patagonia hasta Alaska, y ya prácticamente la tenemos”.

Aunque la idea refuerza su visión de integración energética y transición compartida, no existen actualmente proyectos técnicos ni acuerdos internacionales que respalden una red eléctrica de esa magnitud. Las iniciativas vigentes, impulsadas por organismos como la OLADE y la CEPAL, se limitan a interconexiones subregionales —como el Sistema de Interconexión Eléctrica Andina o el Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC)—, cuyos alcances son nacionales o regionales, no continentales.

En términos de viabilidad, la propuesta enfrenta obstáculos financieros, políticos y tecnológicos considerables. Requeriría inversiones equivalentes a varios billones de dólares, la unificación de normas eléctricas y acuerdos entre más de veinte países con distintas capacidades energéticas. Por ahora, la “red de la Patagonia a Alaska” es más una proyección utópica de integración hemisférica que un plan con respaldo técnico o financiero.

El discurso de Petro en la COP30 fue, al mismo tiempo, un diagnóstico y una declaración de intenciones. Puso sobre la mesa la idea de una “economía de la vida” y de una América Latina capaz de financiar su propia transición energética, pero lo hizo con cifras y promesas difíciles de sostener.

Belém de Pará mostró a un presidente que quiere situar a Colombia y a la región en la primera línea del debate ambiental, aunque los números todavía no acompañan sus afirmaciones. La distancia entre discurso y realidad sigue siendo el punto más vulnerable de su narrativa climática: una propuesta de transformación mundial que, por ahora, no tiene cómo financiarse ni cómo medirse.

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