El cónclave en el Vaticano está lleno de simbolismo y un misticismo milenario que revela la complejidad de la elección de un pontífice. Entre los actos protocolarios, existe una tradición que se mantiene viva desde hace siglos y evidencia el voto absolutamente secreto.
Estamos hablando del humo blanco o negro que sale de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina. Este ritual de quemar papeletas comenzó en el XV y sirvió para informar al pueblo sobre las decisiones tomadas por los cardenales. Más tarde, el Vaticano comenzó a utilizar humo de dos colores para enviar un mensaje directo.
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Candida Moss, profesora de teología de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), dijo a la BBC que, “desde la antigüedad, la gente ha visto el humo que sale -de los sacrificios de animales y granos en la Biblia, o de la quema de incienso en la tradición- como una forma de comunicación humana con lo divino. En la tradición católica, las oraciones ‘ascienden’ hasta Dios. El uso del humo evoca estos rituales religiosos y la estética de asombro y misterio que los acompaña”.
La experta añadió que este es un proceso teológico y de años de tradición, por lo que el Vaticano insiste en mantenerlo vigente pese a las solicitudes de cambiar el sistema de luces, agregarle alertas digitales y/o votaciones televisadas. “Además, Iglesia católica y vanguardia distan mucho de ser sinónimos: la innovación es casi antitética al ritual”, concluyó Moss a la BBC.