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Belleza colonial

20 de abril de 2025
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  • Belleza colonial

Lejos de Colombia, a más de 9.000 kilómetros de distancia, uno de los países más poblados del mundo también ha declarado el estado de emergencia. No es por una catástrofe, ni por el brote de una enfermedad contagiosa sino por una especie de locura colectiva que ha llevado a que más de la mitad de su población quiera decolorarse la piel en un intento por blanquearla.

Nigeria, con alrededor de 200 millones de habitantes, es el país más poblado del África, un continente en el que predomina la raza negra pero donde la presión por parecer blanco se ha enquistado en lo más profundo de su cultura. El 77% de las nigerianas utiliza productos para aclarar la piel, según datos de la Organización Mundial de la Salud y la práctica la siguen en otros países como el Congo-Brazzaville, donde la cifra llega al 66%, Senegal con el 50% de sus mujeres y Ghana con el 39%.

No se trata de una costumbre que obedezca a razones meramente estéticas sino que tiene su origen en las experiencias vividas durante la época colonial. En Nigeria, mucha gente relaciona la piel clara con la belleza, la riqueza y la superioridad. Y lo que es peor, en un tergiversado instinto de protección, las mujeres blanquean a sus hijos desde el parto para evitarles que sean discriminados. Aclararse la piel es una manera de acceder al poder y a los privilegios asociados a los blancos.

Fuera de lo absurdo y triste que puede ser el avergonzarse de los rasgos propios de su raza, la gran tragedia de esta práctica es que causa daños irreversibles en la salud de quienes se exponen a sus tratamientos. En los mercados de Nigeria abundan toda clase de productos sin control que contienen corticostereoides, hidroquinona, mercurio y ácido kójico que impiden la producción de melanina. Y la última novedad son las píldoras e inyecciones de glutatión.

Al principio, lo que se consigue es una imagen de piel brillante, pero como toda droga, pasa su efecto y se genera una adicción. Luego vienen los trastornos inflamatorios, la intoxicación por mercurio, los daños renales y la decoloración. Y por último, en un efecto boomerang, la gente puede desarrollar una ocronosis, es decir, una acumulación de ácido que hace que la piel se vuelva más oscura.

Uno podría pensar que someterse a estos riesgos es semejante a lo que pasa en tantos lugares del mundo donde los tratamientos estéticos invasivos pululan. Pero en el África, la gente quiere que se le perciba como si tuviera más valor, y eso tiene que ver con el tono de la piel.

Aunque existen movimientos culturales como el llamado Conciencia Negra, que tratan de cambiar tanta idea preconcebida y despertar la autoestima en las poblaciones negras, el fenómeno del blanqueamiento va en aumento. Queda en el aire la pregunta que se hizo hace más de una década la escritora ganesa Aqua Djanie: ¿Qué le pasa a una raza para odiarse tanto a sí misma como para llegar al extremo de querer ocultar su aspecto?

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