La portavoz de Estados Unidos, Karoline Leavitt, dijo este lunes: “No estoy segura si el presidente (Trump) ha visto esa carta, pero puedo consultarlo con él en el Consejo de Seguridad Nacional”, refiriéndose a la misiva enviada por el Gobierno colombiano el pasado 23 de junio, firmada por el presidente Gustavo Petro, en la que se retracta por el señalamiento al secretario Marco Rubio frente a un supuesto plan para tumbarlo.
La pregunta fue hecha por un corresponsal colombiano en la Casa Blanca, pero Leavitt no brindó mayores detalles. Horas antes, se conoció la carta: “En las últimas semanas se dio un intercambio de opiniones entre el despacho de la Secretaría de Estado y esta Presidencia que alcanzó una notoriedad pública que merece una reflexión serena y franca. Como representantes electos de nuestros pueblos, compartimos la responsabilidad de cuidar las palabras y los gestos, particularmente en tiempos de agitación y desinformación”, dijo el mandatario.
¿Qué va a pasar con Estados Unidos?
el llamado a consultas de sus embajadores en Washington y Bogotá, y la amenaza aún no confirmada del retiro de visas para algunos funcionarios colombianos, prende las alarmas. Aunque Sarabia, desde Praga, ha hecho gestiones con funcionarios norteamericanos para bajar la tensión, el resto del gabinete, empezando por el presidente, ha contribuido al distanciamiento.
Además, el congresista norteamericano, Carlos A. Gimenez, se refirió a Petro como “el matón narcoterrorista socialista que vive en Casa de Nariño” y los ministros cerraron filas en defensa del mandatario: “Con semejante lenguaje e ideas, uno podría pensar que apoyaría un golpe de Estado”, le respondió Benedetti al norteamericano.
Esa es la narrativa que vende el petrismo aunque el presidente, contradiciendo lo dicho por él mismo hace algunas semanas, dijo que no creía que el secretario de Estado, Marco Rubio, estuviera involucrado en un golpe de Estado en su contra. Lo hizo en la posesión reciente de Héctor Carvajal como magistrado de la Corte Constitucional.
En diálogo con este diario, el politólogo e internacionalista Manuel Camilo González, explica que “es muy riesgoso un país sin canciller. Quien funge en esta posición es el encargado operativo de las acciones diplomáticas del país, es quien traduce en acciones las prioridades del Gobierno. El presidente no puede hacerse cargo de fijar prioridades y convertirlas en acciones concretas. Y mucho más con EE. UU., quien tiene recursos amplios en la negociación de las posibles salidas a este conflicto diplomático”.